Fallen Angel
un fanfic de Evangelion
por Jost
Neon Genesis Evangelion y personajes y situaciones derivadas son Copyright
© Gainax.
Segunda Parte: REVELACIONES
19 de marzo: Hoy me ha sucedido algo extraño. Estaba paseando cerca
de la rampa de lanzamiento del EVA-00. Tal vez sea saber que quien pilota
esa cosa sea Rei Ayanami, no sé. Sin embargo, me he quedado pasmado como
un auténtico gilipollas mirando ese monstruo. Han sido diez minutos de
recrear en mi imaginación todo lo que debe pensar y sentir mi amor platónico
(parece que sigo sin dejar de pensar en ella) pilotando aquello.
Un día debería reflexionar sobre lo que une a un piloto con su EVA.
Yo fui piloto de combate, y no entiendo el por qué de tantas pruebas de
sincronización.
Juro que antes de irme he preguntado mentalmente al EVA-00: "Bueno,
amiguito. ¿Qué se supone que eres tú?"
20 de marzo: Misato me ha confirmado mis sospechas. Shinji Ikari no
se habla con su padre, que precisamente es el jefe de NERV (algo le dije
a Rei durante mi estado de embriaguez, no lo recuerdo bien).
Es curioso. El comandante Ikari nunca está presente en las pruebas
de sincronización y nunca le he visto dar una palabra de aliento para
su hijo. Precisamente hoy, en la prueba, Shinji ha aumentado la ventaja
que le separaba de Asuka. Misato ha felicitado al muchacho y éste se ha
ruborizado (no le gusta recibir la aprobación de nadie). Mientras, Asuka
ha digerido muy mal su derrota y me ha echado la culpa a mí, diciendo
que yo le transmitía "malas vibraciones".
No he visto a Rei. Y no seré tan tonto como para preguntar por ella.
20 de marzo (Ultima hora de la tarde, anexo): A última hora he tenido
que personarme en el cuartel general de la ONU en Japón. Bastante rutinario,
una reunión ceñida al orden del día. Eramos tres americanos. Yo, el general
William Campbell de las Fuerzas Aéreas y el general Rolf Emerson, del
Cuerpo de Marines. El resto, cinco oficiales del ejército japonés. Lo
más destacable es que el general Serizawa nos ha revelado que el Servicio
de Inteligencia Militar japonés tiene pruebas irrefutables de que NERV
saboteó la prueba de la unidad Jet Alone, un modelo propulsado con un
generador nuclear con la que una corporación rival quería hacer frente
a los ángeles.
Todos me han mirado. Soy la voz de la ONU en NERV y he hecho de abogado
del diablo. Al pedirme mi opinión el general Serizawa, he comparado el
hecho a un típico caso de "espionaje industrial". Los japoneses
tienen el lema de que los negocios son la guerra y esta pandilla de generales
que sólo piensan en jugar al golf y en ganar batallas sentados en cómodos
sillones de cuero se ha conformado con mi razonamiento. NERV ha probado
con creces que es la mejor opción contra los ángeles, y debemos darla
un voto de confianza.
Y si esa compañía rival ha visto perjudicados sus intereses, que presenten
una demanda a la Cámara de Comercio.
Debería haber sido abogado.
22 de marzo: Mi rutina se ha roto felizmente. Rei y yo hemos coincidido
en un pasillo lejos de la sección administrativa. Hemos comenzado a dar
un paseo. Ella vestía su inconfundible uniforme de colegial. Estuvimos
andando por los incontables pasillos pero luego salimos al geofrente...
A Duke el geofrente le recordaba un bosque de Virginia. El lago y los
frondosos bosques de coníferas eran un regalo para la vista. Hacía una
temperatura agradable, y Duke se quitó la chaqueta.
Tras un placentero y silencioso paseo, los dos se sentaron a la sombra
de un árbol. Lo único que se echaba de menos en el geofrente era que el
cielo tuviera nubes. Con eso, la impresión de estar en la superficie hubiera
sido totalmente realista.
Primer detalle: Nos hemos tratado de igual a igual...
Duke le habló en términos generales de su vida: dónde había nacido, su
experiencia durante el Segundo Impacto y la posterior guerra...
—Yo pilotaba helicópteros de combate. No eran tan sofisticados
como vuestros EVAs por supuesto...
Así estuvo durante largo rato. Cuando no tuvo nada más que decir, notó
que Rei estaba ajena a lo que había dicho.
—¿No tienes qué decirme? —preguntó Duke.
Rei se encogió de hombros.
—En mi país —dijo Duke, condescendiente—, las conversaciones consisten
en que uno habla y el otro le responde. Ya sé que en Japón las costumbres
son diferentes pero...
Me miró a la cara y sus ojos hicieron que me parara en seco.
—¿Por qué estás en NERV? —preguntó ella.
—Por interés propio. Quiero que el año que viene me asciendan a coronel
y si hago méritos, conseguiré suficientes puntos para conseguirlo. Ah,
y porque se cobra muy bien, por supuesto.
Duke recordó que el candidato favorito de NERV para el cargo de agregado
militar era el capitán de la armada japonesa Tadashi Matsura, pero Duke
logró tener más puntos que él en el examen de cualificación. Así fue como
llegó a ser el único occidental que trabajaba en la corporación.
Rei estaba sentada en la hierba, agachada, abrazando las piernas con
los brazos, en actitud autoprotectora.
—¿Qué sabes de mí? —preguntó Rei.
—Lo poco que he leído en el parte de incidencias.
O sea, nada.
—Lo que más me ha llamado la atención fue tu actitud durante la estrategia
Yashima.
Fue como si hubiese pulsado un resorte. A partir de ahí, me prestó
más atención.
—¿Crees que soy valiente? —preguntó ella.
—¿Te digo la verdad?
Rei frunció el entrecejo.
—No sé que pensar —dijo Duke—. Por una parte hiciste lo que debías...
...pero aquello era el ejemplo de la poca consideración que tenía
ella por su propia existencia.
—Había que hacerlo —argumentó ella.
Ella protegía al EVA-01. ¿Y quien la protegía a ella mientras portaba
la coraza para repeler el rayo de partículas de Ramiel?
—Supongo que sí... —dijo Duke, sin estar convencido—. Oye... quisiera
saber más de ti.
—¿Más?
Ella abrió los ojos. Era preciosa... pero no estaba acostumbrada a
que la hicieran preguntas.
—¿Cuántos años tienes?
—Catorce —contestó Rei.
Como Shinji y Asuka. Nacieron un año después del Segundo Impacto.
¿Casualidad?
—¿Cómo llegaste a ser piloto de EVA?
—Nací para ello.
Duke soltó una carcajada.
—¿En serio?
—¿Qué tiene de raro? —se extrañó Rei.
—Según esa teoría, yo nací con el uniforme puesto —dijo Duke, señalando
la cinta de condecoraciones de la chaqueta del uniforme.
—Mi vida es el EVA —dijo Rei, confusa.
—Estás hablando como si el sentido de la vida estuviera en ese monstruo.
Pronto comprendí, más adelante, que no se refería al sentido de la
vida, sino al de "su" vida.
—Yo acabé pilotando helicópteros de combate. Pero Rei... ¡Yo quería
ser profesor de literatura!
Dejé pasar unos minutos en silencio. Ya había hablado bastante de
mí. Quería que Rei me contara más cosas sobre ella mientras que yo, furtivamente,
me regalaba la vista contemplando su porte sereno y estático.
La pregunté acerca de su infancia.
—No tengo nada que contar —dijo Rei a Duke en tono de excusa.
—Catorce años son cinco mil días —comentó Duke—. ¿No crees que es mucho
tiempo para que no pase nada?
Una idea para el título de la biografía de Rei: "Los cinco mil
días de Rei Ayanami". Opté por seguir hablando de los EVAs. Tal vez
así llegara a conocerla mejor.
—¿Volverías a hacerlo?
—¿El qué?
—Arriesgarte hasta ese punto para cumplir una misión. Como hiciste en
la estrategia Yashima.
La respuesta de Rei fue automática.
—Sí.
Me lo dijo con tal firmeza que no dudé en creerla. ¿Horrorizado? Peor.
Creo que estoy curado de espanto.
—¿En serio?
—Sí.
La mente de militar de Duke se puso en marcha.
—Imaginemos un caso extremo. A ver... imagina que un ángel consigue romper
el blindaje e invade el geofrente. —Duke señaló a lo lejos para indicar
el lugar donde podría estar el hipotético agresor—. Si el EVA-01 y el
EVA-02 no pudieran usarse y tu fueras la única alternativa para salvar
a NERV, ¿te sacrificarías?
Rei se tomó unos segundos para procesar la información. Finalmente asintió
con la cabeza y dijo "sí".
Todavía no estoy en condiciones de asumirlo. Amo a una muchacha que
habla como una adulta (Rei tiene la mente más madura que muchos generales
que conozco). ¿Será porque soy un occidental y aún después de años de
estar en Japón no comprendo esta cultura? Creo que soy una persona de
mentalidad abierta, y debo hacerme a la idea de las circunstancias que
imperan en NERV (...).
Pasé a hablarle de su relación con Gendo Ikari.
—¿Es tu padre el comandante Ikari?
—No.
—¿Familiar tuyo?
—No. Yo no tengo familia.
—¿Desde cuando le conoces?
—Desde siempre.
—¿Es tu tutor legal?
Ella eludió la pregunta. Posiblemente ignoraba el significado de "tutor
legal".
—Haría cualquier cosa por él —dijo Rei, muy concentrada, esforzándose
por mostrase comunicativa.
—¿De verdad?
—Sí.
Llegué a sentirme como el inspector Colombo cuando éste sometía al
sospechoso a una serie de preguntas incómodas. Yo no soy cotilla, pero
el aire misterioso de Rei y su escasa capacidad comunicativa despertaron
mi curiosidad más si cabe.
—En combate... ¿Quién da las órdenes? La mayor Katsuragi, ¿verdad?
—Sí. Pero, a veces, el comandante Ikari tiene la última palabra.
—¿Ah, sí?
Rei asintió con la cabeza.
En el simulacro de combate, Rei había obedecido instantáneamente la
orden del comandante Ikari, sin vacilar...
—Si el comandante Ikari te ordenara durante un combate hacer algo que
pusiera en peligro tu integridad física. ¿Lo harías?
—Sí.
—¿Aunque pudieras morir?
—Sí.
A medida que hablaba con ella sentí tres sensaciones diferentes: admiración,
lástima y envidia. Envidia porque ella parece que no sufre. Desde que
enviudé mi vida ha sido un continuo estado de melancolía que compenso
con mi actitud irónica y sarcástica. (...).
Volvimos a dejar de hablar. Me sentía a gusto. La propuse un juego.
Los dos miraríamos al cielo y jugaríamos a adivinar la forma de las nubes.
Pero me di cuenta de que la niebla que ocultaba la bóveda no permitía
trabajar a la imaginación.
Minutos más tarde, ella se levantó como un resorte y se alejó de Duke.
—¡Eh! —protestó divertido Duke—. ¡Que es de mala educación marchar sin
despedirse!
Ella pareció azorarse y sus mejillas adquirieron un tono rosáceo.
—El comandante Ikari me espera —dijo Rei a modo de disculpa.
Quedaron en verse de nuevo, pero sin establecer un día exacto. Un nuevo
encuentro volvería a depender del azar.
Cuando Ramiel estaba perforando el geofrente, yo estaba en el portaaviones
Over the Rainbow, coordinando con el almirantazgo la escolta del
traslado de la unidad EVA-02.
No puedo dejar de darle vueltas. Ella hará lo que se le pida, protegerá
a quien sea y obedecerá cualquier orden aún a costa de su propia existencia
(...).
Y vuelvo a pensar. Ella protegía al EVA-01 durante el ataque de Ramiel.
¿Y quien la protegía a ella?
23 de marzo: He acudido al despacho del comandante Gendo Ikari para
pasarle el informe sobre el progreso de desmantelamiento de Ramiel. Según
afirman los ingenieros, los trabajos para desmontar el gigantesco octaedro
llevan cuatro días de retraso respecto al plan previsto. Gendo me ha preguntado
a que puede ser debido. Le he dicho que por diversos motivos, pero parece
ser que a los obreros no les agrada trabajar cerca de "eso",
repercutiendo en el rendimiento....
24 de marzo: ¿Qué son los EVAs en realidad? Esto es lo que me he preguntado
después de asistir a un experimento de fallido de sincronización.
Han insertado la cápsula ocupada por Rei dentro del EVA-01. Yo estaba
casi de invitado (el personal se ha acostumbrado a mi presencia y Ritsuko
siempre me pone facilidades para satisfacer mi creciente curiosidad acerca
de los EVAs). Al principio todo iba bien, todo correcto. O eso creía.
Maya Ibuki iba leyendo las lecturas de sincronización. Pero en pocos segundos,
esas lecturas se han vuelto locas.
El comandante Ikari, al que siempre he visto impertérrito como una
esfinge, ha cambiado de actitud. "¡Otra vez no!" exclama dirigiéndose
hacia Maya. La doctora Akagi sugiere cancelar la prueba. Mientras, el
EVA-01 comienza a sentir convulsiones que le recorren las extremidades.
Fuyutsuki e Ikari intercambian sendas miradas. "¡Hay que cancelar
la prueba!" insiste la doctora. Fuyutsuki dice: "Es inutil,
Gendo. Yui te seguirá rechazando".
"Anulen la prueba", ordena al final el comandante Ikari.
Maya comienza a pulsar botones infructuosamente. "Los controles
no responden", informa ella. "Si no lo hacemos, Rei expulsará
la cápsula". "¡Eso no!" exclama Ikari (...).
Durante un momento, Rei grita desde dentro de la cápsula a través
de la radio algo acerca de que el LCL no la deja respirar (...).
Momentos de incertidumbre. La doctora Akagi se abalanza sobre otra
terminal. Pulsa los botones del teclado a una velocidad increíble. El
EVA-01, respondiendo, pierde fuerza, relajándose paulatinamente.
El equipo de técnicos sacan a Rei de la cápsula. Me estremezco cuando
informan de que la piloto ha sufrido un fuerte golpe en la cabeza al chocar
ésta sobre el tablero de mandos de la cabina, fruto de las sacudidas (...).
Según he visto, Gendo ha acompañado la camilla en la que los médicos han
llevado a Rei a la enfermería (...).
Al final, Misato se ha percatado de mi presencia en la prueba. "¿Qué
hace él en el centro de control?" increpa ella a Ritsuko. "No
se preocupe, mayor Katsuragi. Yo le he autorizado a estar aquí".
Para apoyar a la doctora, yo he añadido que "mi credo en NERV es
oír, ver y callar".
¿Cómo es posible que por cambiar de piloto un EVA se vuelva loco?
En el ejército, nunca oí hablar de un tanque que se desbocara por cambiarle
de conductor.
Aprovecharé para visitar a Rei a la menor oportunidad que tenga.
A pesar de estar en la cama de un hospital, Rei presentaba un aspecto
mucho mejor del que esperaba Duke. Ella estaba tumbada en la cama y sólo
tenía un vendaje alrededor de la cabeza. La herida la mantendría bajo
observación tres días. Una mancha roja en la frente, que traspasaba el
vendaje, revelaba que la herida estaba sin cicatrizar.
Duke se acercó a ella.
—¿Qué tal estás? —se interesó él.
—Viva todavía —fue la maquinal respuesta de Rei.
Estuve a punto de decirle "otra vez será", pero luego entendí
que se refería al hecho de seguir viva como si ello fuera en sí algo fastidioso.
Como si la muerte, de alguna manera, pudiera liberarla de una carga inútil.
Duke tenía la gorra del uniforme bajo el brazo. En realidad, no
sabía que decir. Posiblemente hubiera sido mejor dejarlo correr. Olvidarla,
ignorar que ella sabía lo que sentía él. El se fijó en que Rei tenía una
bandeja con un plato de ensalada a medio terminar.
—¿No tienes hambre? —preguntó Duke.
Ella negó con la cabeza.
—La comida en los hospitales siempre es asquerosa —comentó Duke.
Silencio embarazoso. "Aquí estás fuera de lugar", pensó él.
—Rei —dijo Duke, disimulando su nerviosismo, pues lo que iba a decir
se le había ocurrido en ese momento—. ¿Recibís instrucción militar para
pilotar los EVAs?
—No —dijo Rei—. ¿Por qué?
—Voy a presentarme voluntario para pilotar tu EVA —anunció Duke con voz
firme.
Rei se le quedó mirando, como si lo evaluara.
—No podrás —negó Rei categóricamente.
—¿Por qué no? No veo la dificultad. Tengo mil ochocientas horas de vuelo.
Rei desvió la mirada.
—Mírame cuando te hablo, Rei. Sé como es un EVA por dentro. Sólo se trata
de empuñar dos palancas y pulsar unos botones.
—No es sólo eso —matizó Rei.
—¿Cómo que no? A ver, ¿qué se supone que tengas tú que no tenga yo?
Rei se subió la manta y pulsó un botón para bajar el respaldo de la cama.
—No lo podrás entender —dijo Rei.
—¿Entender qué? Rei, mírame a los ojos. ¿Cuál es el problema? ¿Que soy
demasiado viejo? ¿Es eso?
—No lo entenderías.
—Eres tú la que no lo entiendes —dijo Duke tratando de hacer comprender
a Rei algo que parecía obvio—. Si yo pilotara tu EVA tu no tendrías que
someterte a experimentos raros que pongan en peligro tu vida...
Duke se dio por vencido.
—Pero claro, a ti, Doña "alegría de vivir", eso no te importa
—dijo Duke—. Rei, hablar contigo es como hablar con una pared.
Rei volvió a dirigirle la mirada.
—¿Por qué quieres hacerlo? —preguntó Rei.
—Porque me importas —dijo Duke frunciendo el gesto.
Rei negó con la cabeza.
—No lo entenderías.
—Tengo prisa —dijo Duke iracundo, mirando su reloj de pulsera y dirigiéndose
a la puerta—. Que te mejores.
Le hablé de mi ofrecimiento a la doctora Akagi. Ella me miró como
si yo fuera un crío que pide un préstamo de un millón de dólares a un
banquero. Me soltó una cháchara plagada de tecnicismos acerca de que yo
no cumplía los requisitos para ser piloto de EVA. Eso sí, me sugirió que
podría pasar por su apartamento aquella noche a tomar un par de copas
y "discutir el asunto con calma". Es el juego de siempre, a
la inversa. La mujer echa el anzuelo, esperando a que el hombre pique.
Rechazo gentilmente la oferta. Ella me dice que podemos pasarlo bien juntos.
Siento que la doctora Ritsuko Akagi quiere quitarse la bata de científico
y jugar a ser una mujer cualquiera que busca un hombre cualquiera para
pasar la noche.
"En serio", digo yo. La decepciono. Ella me pregunta "¿Quién
es la afortunada?" "¿Cómo?" logro balbucir. "Usted
está enamorado de alguien", dice ella. Me fijo en sus cejas negras,
en su cabello rubio teñido, en la cara de infelicidad reprimida que esconde
la foto de su acreditación de NERV que cuelga en su solapa. "Las
mujeres tenemos un sexto sentido para esas cosas", dice ella, alardeando
de su condición femenina.
En dos segundos invento una patraña. Se llama Katherine. Trabaja de
secretaria en la oficina del general Emerson. Pelo moreno, ojos verdes.
La doctora Akagi se lo toma a bien. Me dice que si cambio de opinión y
que si quiero saber lo que es "pasar una buena noche" su oferta
sigue en pie. Me da una tarjeta con el número telefónico de su vivienda.
"Llámeme cuando quiera", me dice y yo la veo en retirada, rumiando
lo que ella espera que sea una derrota temporal.
Ojalá que ella encuentre la felicidad. Por decir una barbaridad, aunque
sea con ese cara de esfinge del comandante Ikari.
Porque no hay nada en el mundo que iguale a la furia de una mujer
despechada.
25 de marzo: Hoy no he visitado a Rei. En parte porque no quiero.
Y en parte porque tengo trabajo(...).
¿Por qué NERV llama a sus enemigos los "ángeles"? Angel
significa mensajero de Dios (creo). ¿A quien se le ocurrió designar con
un nombre sinónimo de esperanza a tan formidable enemigo? Bueno, tampoco
sé que a que genio militar se le ocurrió en la Segunda Guerra Mundial
llamar a los alemanes los "boches"...
26 de marzo: Me acerqué a la habitación de Rei. Quise entrar, pero
mi orgullo me lo impidió. Me retiré, pero vi salir de ahí a Shinji Ikari,
que se habría interesado por la salud de su compañera.
Me he hecho el despistado y nos hemos encontrado como por casualidad.
Tras un intercambio de saludos, me he presentado.
—Soy el agregado militar de NERV —le dije.
El me conocía. Me sorprendí. Mi trabajo se desarrolla en la sombra,
como el encargado en las obras de teatro de subir y bajar el telón.
—Yo soy... —empezó a decir, tímido.
—Shinji Ikari, el piloto del EVA-01 —dije yo—. En el ejército, todos
te conocemos muy bien.
Preferí no decirle que circulaba una cinta de vídeo en la cual estaba
grabada la patética actuación que interpretaron él y Asuka en la primera
batalla contra Israfel. Una cinta con la que las fuerzas de la ONU pretendían
demostrar al gobierno japonés que "NERV no era eficiente al cien
por cien".
—Ni te lo imaginas —sonreí.
—¿Cree que lo hacemos bien? —me preguntó Shinji, como si esperara
la opinión de alguien neutral. Le comprendía. Pilotar una máquina como
el EVA era mucha responsabilidad para un muchacho de su edad.
—Si otros no pueden hacerlo —dije yo—, no se puede entrar en esas
valoraciones. Vuestro labor es necesaria, y hacéis lo que podéis... que
no es poco.... ¿Has visitado a Rei?
—Sí.
—¿Cómo se encuentra?
—Está mejor. La darán el alta pasado mañana. —En ese momento Shinji
cambió de tema—. Señor... necesitaría que me hiciese un favor.
—Dime.
—Verá... tengo un amigo llamado Kensuke y resulta que es muy aficionado
a los temas relacionado con el ejército y las armas...
Hice memoria de un incidente sucedido un mes antes.
—¿Un chico de tu misma edad, melenudo, con gafas y que siempre va
con una videocámara?
—Sí. ¿Lo conoce?
—Vagamente. El mes pasado iba andando yo por la calle vestido de uniforme
cuando a tu amigo casi le dio un síncope al verme caminar. Gritó algo
de "Un autentico mayor de la USAF en Tokyo-3. ¡Dios existe!"
Y me estuvo persiguiendo con la cámara por toda la calle hasta que logré
despistarle.
—Bueno..., pues me ha pedido que a ver si es posible que usted le
consiga una camisa del cuerpo de marines auténtica. De su talla, si es
posible.
—Haré lo que pueda.
Para mí no sería ningún problema lograrla.
En el fondo, cuesta poco hacer feliz a la gente.
Shinji me comentó que el comandante Ikari había visitado a Rei a diario
desde el accidente, sin decirle nada a él. No puedo evitar tener en mal
concepto a ese hombre que tiene más estima a aquella muchacha que a su
propio hijo...
27 de marzo: Sigo enfadado con Rei. Ni siquiera me he planteado volver
a la enfermería (...).
Misato y yo solemos discutir con frecuencia. Acababa de revisar los
expedientes de los pilotos de los EVAs. Shinji es huérfano de madre. El
caso de Asuka es peor. Su madre se suicidó ahorcándose. Asuka fue la primera
que halló el cuerpo inerte de su madre colgando del techo, cuando sólo
era una niña pequeña.
— Misato, ¿esto es un centro científico o un manicomio? —le
pregunté, y ella me dijo que no me metiera en lo que no me importaba.
—Menudo panorama —comenté—. Un chico traumatizado, una
chica autista y una mocosa engreída a la que sólo le falta la camisa parda
para ser jefa de las juventudes hitlerianas. ¡Vaya trabajo de selección
para elegir los pilotos de los EVAs!
—¿Le aburre su trabajo, mayor?— me preguntó ella.
—No. Es apasionante.
—Claro. Pero yo en su lugar me moriría si tuviera que estar día tras
día tras un escritorio ordenando y rellenando papeles. Por lo menos en
mi trabajo hay acción.
Aquel era un golpe bajo.
—Mi trabajo es vital para NERV —dije.
—Demuéstremelo —dijo ella, burlona.
—Mayor Katsutagi, ¿recuerda cuando fue al océano Pacífico al portaaviones
Over the Rainbow a supervisar el traslado del EVA-02? Sin mi firma,
la autorización que le presentó al almirante Forrester sólo hubiera sido
un papel sin valor... ¿Recuerda la montaña de quejas que llegaron a su
despacho después del primer ataque contra Israfel? Me pasé dos horas firmando
esos papeles....
—¡Por todos los santos! —exclamó Misato llevándose las manos a la
cabeza—. ¡Ahora me entero que lo que permite que NERV funcione son las
firmas de un burócrata yankiee!
—Pues es verdad —dije yo, sonriendo.
—Mayor Simpson —suspiró ella, siguiéndome el juego—. Creo que el cargo
se le ha subido a la cabeza...
28 de marzo: Me he tragado mi orgullo y he ido a visitar a Rei. Mi
amor por ella ha vencido a mi altanería...
—Has venido... —dijo Rei levantando la vista, al ver a Duke.
Cuando entré, ella tenía en sus manos unas gafas de montura cuadrada,
con los cristales agrietados. Sobre la mesilla, además, había dos libros
de texto. Ella habría aprovechado para estudiar estos días (...). Ya no
llevaba vendaje. Lo único que le cubría la herida de la frente era un
poco de algodón sujetado con esparadrapo (...).
—Quería saber si estabas mejor —dijo Duke, distante.
—Casi estoy bien.
Noté que su mirada, antes fija, era mas suave, así como su voz. Casi
juraría que se alegraba que la visitara. La conté que había estado muy
ocupado (mentira, lo reconozco). Me quejé de que en el ejército a los
oficiales de graduación media nos mandaban hacer todo el papeleo, mientras
que los coroneles y los generales pasaban las horas muertas jugando al
golf (...). Rei advirtió que llevaba un libro en uno de los bolsillos
de mi chaqueta.
—¿Qué estudias? —preguntó Rei a Duke.
—Ah... esto... —El sacó el libro—. No es para estudiar... Es una novela.
—¿De qué asignatura?
—Rei, las novelas no se leen para aprender, se leen sólo para entretenerse.
Rei parpadeó un par de veces.
—Mañana volveré al colegio —dijo ella, en tono distraído.
Y volvería a su rutina. Y a pilotar ese monstruo. Y a ser junto a
sus dos compañeros la única esperanza del mundo.
La habitación de Rei no tenía televisión, ni siquiera una aparato de
radio. Duke se lo comentó.
—Nunca veo la televisión —dijo ella.
—Haces bien —convino Duke, por decir algo—. Atonta la mente.
—¿Qué hay escrito en ese libro?
—Una historia.
—¿De qué trata?
Duke pensaba que Rei no se fijaría que él llevaba aquel libro. Rebuscando
en la biblioteca de su apartamento, Duke había encontrado entre todos
sus libros un antiguo ejemplar, anterior al Segundo Impacto, de Lolita,
de Vladimir Nabokov. A diferencia del noventa por ciento de sus compatriotas
que sólo leían a Crichton y a Stephen King, Duke tenía un gusto literario
más abierto (siempre le quedó la frustración de haber tenido que elegir
por razones de fuerza mayor la carrera de las armas anteponiéndola a su
aspiración a enseñar literatura) y no dudó en leerla.
Ni siquiera había anotado en su diario reseña alguna sobre el hecho.
Lolita trataba de un degenerado llamado Humbert Humbert que sentía
una atracción morbosa por las niñas de entre ocho y catorce años ("nínfulas"
las llamaba). El contraía matrimonio con una viuda porque se enamoraba
de su hija de doce años. Mientras descuidaba el trato con su esposa, él
aprovechaba cualquier oportunidad para espiar a Dolores (la hija de la
viuda, pero el protagonista la llamaba cariñosamente "Lolita")
y para (a Duke le pareció repugnante) seducirla, mientras que la niña
consideraba aquello como un juego de su padrastro. Duke, leyendo, había
llegado al momento en que, debido a un accidente, la esposa de Humbert
Humbert moría atropellada por un coche. Resultaba que Dolores estaba en
un campamento de verano. El protagonista veía su oportunidad dorada. La
recogía en el campamento, con la idea de ocultarle de momento la muerte
de su madre. Humbert Humbert podría adoptarla, y así, con ella enamorada
de él, tenerla para él solo para siempre...
A medida que Duke leía el libro, a Duke le quedaba el consuelo de saber
que ni Rei era Lolita ni que él era Humbert Humbert.
—Te leeré un poco —dijo Duke, abriendo el libro y poniéndose las gafas
de leer, esperando no encontrar nada que resultara ofensivo para una muchacha
de catorce años.
A las pocas páginas de lectura, Rei iba cerrando los ojos poco a poco.
Estaba cansada y tenía sueño.
En la novela, el protagonista, de súbito, le informaba a Lolita del trágico
destino de su madre.
—«Dame unas monedas. Quiero llamar al hospital para hablar con mamá.
¿Cuál es el número?»
"«Sube» —dije—. «No puedes llamar.»
"«¿Por qué?»
"«Sube y cierra la puerta.»
"Subió y cerró la puerta. El viejo encargado de la estación de
servicio le sonrió. Enfilé hacia el camino.
"«¿Por qué no puedo llamar a mi madre si quiero hacerlo?»
"«Porque» —respondí—, «tu madre está muerta.»
Rei cerró los ojos del todo y Duke leyó un párrafo más. El protagonista
intentaba consolar a su joven amante colmándola de regalos. La última
línea de la primera parte concluía con las palabras "ella no tenía
ninguna parte a donde ir". Duke las repitió mentalmente. Salvo
el comandante Ikari y Shinji, Rei estaba sola en aquel mundo... Duke se
guardó el libro y subió la manta para cubrir a Rei. Luego, le despojó
con suavidad las gafas que tenía en las manos y las puso al lado de los
libros de texto. Pero Rei se despertó y abrió los ojos.
—Duke... —lo llamó ella, suavemente.
—¿Sí, Rei?
—Bésame —le pidió ella.
Duke se acercó a ella.
No sabía que hacer.
—Bésame —repitió Rei—. Lo he visto... como lo hacen... en el colegio.
El se fue aproximando hasta la cabecera de la cama. Se agachó y la acarició
la cabeza. Ella parecía esperar por lo menos un beso en la mejilla.
Duke se lo dio en la frente.
—Hasta la vista, Rei —dijo él, mientras ella se lo agradecía con un amago
de sonrisa.
29 de marzo: ¡Odio a la teutónica pelirroja! (...)
Asuka y Duke estaban en el ascensor....
—Buenos días, mayor —saludó Asuka a Duke en alemán.
—Sé hablar alemán —dijo Duke con tono severo. No tenía ganas de bromear.
En su carrera militar, Duke había estado en Alemania, en las base de las
Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos de Ramstein haciendo de relaciones
públicas.
—Que bien.... por fin puedo hablar en alemán con alguien. ¿Qué tal con
la niña modelo? ¿Se ha cansado ya de esa muñeca?
—No sé de quien hablas.
—Pues de quien voy a hablar... ¡de la primera elegida! ¿No sabía que
se llamaba Rei?
Mejor era no rebajarme a discutir con una engreída de catorce años.
—Hacéis muy buena pareja los dos... —seguía diciendo Asuka, en tono hiriente—.
¿Qué hacíais en el geofrente?
—Estábamos charlando.
—¡Eso es imposible! —se enfureció Asuka—. ¡La niña modelo no habla nunca
con nadie! ¡Sólo con el comandante Ikari!
¿Se refería ella a la misma Rei que me había pedido que la besara?
—¿No es un poco joven para usted? —preguntó Asuka.
—¿No es Kaji un poco mayor para ti? —replicó Duke, rogando para que el
ascensor llegara a su destino.
—Cuando hay verdadero amor, la edad no debe ser un problema —afirmó ella.
¡Qué sabría ella lo que es el auténtico amor!
—Opino, mayor Simpson, que Misato es mejor partido para usted. ¿Verdad
que ella es hermosa? ¡No como esa tonta de Rei!
Una argucia típica de una joven como Asuka. Ella me estaba sugiriendo
que me interesara por Misato para así ella tener vía libre para conquistar
a Kaji (...). Justo la semana pasada el general Serizawa me había informado
de que Kaji tiene doble identidad: inspector de NERV y espía del gobierno
japonés (...).
La historia de siempre. Nosotros le espiamos a ellos, ellos nos espían
a nosotros...
Al escribir aquellas líneas, Duke las tachó inmediatamente.
Mejor era no comprometer a terceras personas.
30 de marzo: Hoy he tenido un sueño de lo más curioso y no pude evitar
la tentación de contárselo a Rei...
—Soñaba que era mayor —decía Duke a Rei en el geofrente, bajo el árbol
de la otra vez—. Eras más alta y tenías el pelo con el mismo peinado que
ahora, y de otro color, pero eras tú. Estabas en un parque, hablando con
un hombre mayor también, alto y delgado, parecido a Fuyutsuki. A la sombra
de un árbol había un cochecito de niño. Tu te dirigías a él y cogías un
bebé. El bebé lloraba y tu lo acunabas en tus brazos, sonriéndole. Rei,
creo que era tu hijo...
Rei se puso roja como un tomate. Me miró a los ojos y me suplicó que
no le contara más.
31 de marzo: Rei ha logrado que me olvidara de mi esposa. Helen lleva
muerta más de diez años. Murió en el deportivo de su amante, un cirujano
plástico de California. Al enterarme de que ella me había sido infiel
(es toda una experiencia que le llamen a casa de uno a las tres de la
mañana para reconocer el cadáver en el depósito, lo aseguro) me sumí en
una depresión, que hizo que tuviera que recibir tratamiento psiquiátrico
(fue en esa época donde empecé a apuntar todo lo que me sucedía y veía,
y realmente me ayudó a superarlo).
Tras recuperarme, decidí ver mundo. Utilicé todas mis aptitudes para
aprender idiomas. Aprendí alemán y japonés. Estuve cinco años en Europa,
sirviendo en la base de Ramstein en Alemania. Luego fui destinado en Austria
y más tarde pedí el traslado a Japón. Tres años después, logré incorporarme
a NERV. Hacía lo que fuera por no volver a los Estados Unidos(...).
He valorado mal a Misato. Para Shinji, no es solo la directora de
operaciones. Es la tutora que se encarga en casa de supervisarle su rendimiento
escolar, e incluso diría, la amiga a la que recurre cuando necesita consejo
o ayuda. El piloto del EVA-01 estuvo una vez a punto de echarlo todo por
la borda y renegar de su condición de piloto de EVA. Hasta que
el EVA-02 llegó a Japón, NERV sólo tenía en activo las unidades
00 y 01. Fue el 01 en aquellos primeros días de la guerra quien destruyó
a Sachiel, a Samshel y a Ramiel. El 00, el que pilota Rei, sólo pudo
ser usado en la batalla contra Ramiel (hubo un problema
a la hora de sincronizar a Rei con el 00, teniéndolo fuera de servicio
NERV hasta esa batalla), como apoyo... Por lo que Shinji tuvo la total
responsabilidad de destruir a esos ángeles. Demasiada responsabilidad
para un muchacho de catorce años hijo de un padre con el que no se habla.
La labor de Misato con él es más necesaria de lo que se pueda suponer.
Ella el mejor apoyo moral con el que cuenta (...).
Sigo con la firme determinación de pilotar el EVA de Rei. No he mencionado
nada más del asunto a Ritsuko (tiene la afición de coleccionar gatitos
de porcelana, me los ha enseñado esta tarde) pero pienso ir más lejos.
Redactaré una carta de mi puño y letra al comandante Ikari ofreciendo
mis servicios como piloto a NERV, y si es necesario, pediré que el general
Campbell me firme una recomendación personal avalando mis aptitudes (...).
Nota: Nunca, nunca, nunca, volver a aceptar un café hecho por Misato.
¡Llevo dos días con ardor de estómago por culpa de ese brebaje!
Días después, Rei volvió a entrar a hurtadillas en el despacho de Duke
para escribir en su diario un mensaje.
Una pregunta muy corta.
¿Quieres saber un secreto?
Al día siguiente, Duke y Rei se hallaban frente a una puerta de seguridad.
—He vuelto a leer tu diario —reconoció ella mirando a la puerta—, y veo
que te sigues haciendo preguntas acerca de mí.
Duke asintió con la cabeza.
—Todo lo que te puede contestar a tus preguntas está tras esta puerta
—dijo Rei, señalándola—. Yo sé un secreto tuyo... es hora de que tu sepas
el mío.
Duke examinó la cerradura de seguridad de la puerta. Para abrirla, había
que insertar una tarjeta de seguridad codificada.
—¿Tienes la tarjeta de acceso? —preguntó Duke.
—No.
—Pues yo tampoco. Esta cerradura sólo la puede abrir el personal autorizado.
Yo carezco de autorización.
Rei miraba fijamente la puerta.
—Déjalo de mi cuenta —dijo Duke poniéndola una mano sobre el hombro.
Desde una cabina telefónica de las afueras de Tokyo-3, Duke llamó a un
viejo amigo suyo: el teniente coronel Gregor Hill, especialista en guerra
informática y sistemas de seguridad.
—¡Duke! —exclamó Gregor al oír la petición de su amigo—. ¿Es que pretendes
atracar un banco? ¿Cómo se te ocurre pedirme que fabrique una tarjeta
decodificadora para desbloquear una clave de seguridad de ese nivel?
—La necesito para mañana.
—Estás como una regadera.
—Tengo sospechas de que se comenten irregularidades en NERV —mintió Duke—.
Podría ser una falsa alarma, pero quiero estar seguro. Mira, odio recordártelo,
pero ya sabes que me debes un favor.
—Duke, no empieces por ahí...
—La batalla de Toronto... tu unidad estaba en territorio enemigo y mi
helicóptero fue el único que vino a rescatar a ti y a tu pelotón mientras
estabais acorralados. Me jugué el cuello ante el general porque el alto
mando no autorizó mi acción. Y dijiste que un día me devolverías el favor.
—Eso no es justo. ¿Desde dónde llamas?
—Desde una cabina. ¿Crees que soy idiota?
—Necesitaré dos días para fabricar esa tarjeta.
—La necesito mañana.
—Me estás hablando de un sistema de seguridad de clase A-8. Tengo muchas
más cosas que hacer. Los japoneses quieren que les ayude a reprogramar
sus sistemas de radar... Empezaré ahora con lo tuyo. No te garantizo nada.
Si la termino esta noche, te la enviaré por correo urgente a tu casa.
¿De acuerdo?
"Greg, eres un genio", pensaba Duke mientras tenía en su mano
el sobre que contenía la tarjeta. "Para que los japoneses luego digan
que los americanos sólo valemos para fabricar música y películas".
¿A dónde le llevaría Rei? Duke decidió llevar su diario y la pluma estilográfica
(quería anotar impresiones de primera mano). También llevaría una cámara
fotográfica Fuji desechable con flash... y la pistola de reglamento de
las Fuerzas Aéreas.
Sólo por si acaso, pensaba Duke. Por si acaso.
Catorce horas que a Duke le parecieron eternas.
Y por fin, él y Rei de nuevo frente a la puerta.
Duke introdujo la tarjeta decodificadora (era de color verde; Gregor
había utilizado una tarjeta de crédito American Express en la que había
grabado el programa decodificador) en la ranura.
Luz roja. El escaner la estaba revisando.
—Cruza los dedos —dijo Duke a Rei. El programa decodificador estaba haciendo
su trabajo. Si fallaba, saltarían las alarmas de seguridad.
Funcionó. Luz verde.
Duke cruzó el umbral. Rei se quedó fuera.
—¿Tines miedo? —le preguntó Duke desde la cabina (la puerta daba a un
ascensor). Ella negó con la cabeza. Pero no se atrevía a pasar.
El le ofreció la mano derecha. Rei se la estrechó y se acercó a él.
Finalmente , comenzaron el viaje al interior de NERV.
El contador del ascensor señalaba que estaban descendiendo cientos de
metros.
—Aquí no hay cámaras de vigilancia, ¿verdad? —preguntó Duke.
Ella no dijo nada.
—Sabes que te amo —dijo él, con brusquedad.
—Sí —dijo Rei.
—Pero sabes que lo nuestro no es una relación normal.
—Lo sé.
—No deberías haber leído mi diario.
—Ya es tarde para pensar en eso... —dijo Rei, con su tono monocorde—.
Cuando leí tu diario, vi que abrías tu corazón. Nunca nadie había hecho
eso conmigo. Ni siquiera el comandante Ikari.
Anotación del mayor Simpson: Creo que estaba hablando conmigo más
de lo que había hablado con nadie en toda su vida.
—Tengo miedo que después de que veas lo que voy a mostrarte —dijo Rei
bajando el tono de voz—, no quieras estar conmigo nunca más.
—¿Vas sola al sitio al que me llevas? —Duke suponía que Rei solía estar
por allí cuando él no la veía.
—Suelo ir con el comandante Ikari.
El comandante Ikari por aquí, el comandante Ikari por allá...
—¿Y para qué?
—Pronto lo comprobarás —dijo Rei.
23:02 h: Nada más salir del ascensor, he visto que las entrañas de
NERV están compuestas por inmensos pabellones. El primer lugar que Rei
y yo visitamos fue una antigua planta de fabricación. Sobre el suelo había
cerca de una docena de gigantescos esqueletos, semejantes a las reconstrucciones
de dinosaurios que visitaba con mi padre en el museo de Historia Natural
de Washington. Saqué las primeras fotos. Rei no supo contestar a mis preguntas.
Sólo me dijo que su unidad, el EVA-00 era un prototipo, y que aquellas
osamentas eran "modelos desechados". "¿Abortos de EVAs?"
le pregunté. "Creo que sí", me contestó ella. Poco a poco, Rei
va enmudeciendo más, convirtiéndose en la Rei que el personal de NERV
conoce.
Duke dejó de escribir. Sacó un par de fotos más.
—¿A dónde vamos ahora? —preguntó Duke.
—A mi cuarto.
—¿Vives aquí?
Los dos cruzaban un pasillo. Parecía que los focos que iluminaban el
lugar habían permanecido funcionando durante años.
—Te voy a llevar —dijo ella—, a donde pasé mi infancia.
23:30 h: Hemos entrado en la habitación de Rei, si a esto se le puede
llamar habitación. Es una gran estancia que huele a humedad y a moho.
¿Qué que tiene? Una cama de hospital. Manchas de humedad en el suelo y
en las paredes. Una mesa con instrumental médico. Y muchos medicamentos
almacenados en cajas. Docenas y docenas de ampollas de antibióticos, corticoides,
vitaminas y otras sustancias de nombres desconocidos para mí (el doctor
Mill, el jefe médico de la base de Hollyfield seguro que me habría dicho
para que sirven) (...).
Rei ha enmudecido. Inútil que le pregunte nada.
Ver esta habitación vale más que mil palabras, pero mi conocimiento
acerca de ella sigue en penumbras (...). Mientas escribo, ella se ha detenido
delante de una pared que tiene escritas en letras mayúsculas, en caracteres
occidentales, Strangeness (dss)m (¿?).
—Estuve aquí hasta los diez años —explicó Rei—. Yo dormía en la
cama donde has estado escribiendo.
—¿Pasaste aquí todo este tiempo?
—Sí. De día iba a la escuela. Pero por la noche dormía aquí. De vez en
cuando, venían los médicos a visitarme. Siempre me hacían pruebas. Y él
venía también.
—¿El?
—El comandante Ikari.
Rei hizo una pausa. Duke admiraba el esfuerzo que estaba haciendo ella
al comunicarse, al convertir su experiencia vital en palabras.
—¿Dónde vives ahora?
—En un apartamento pagado por NERV.
—¿Vives sola desde los diez años?
—Sí.
Duke imaginó la vida de Rei, sola, encerrada en su mundo. Un mundo que
abría para que un extranjero se asomara a él.
Duke echó otro vistazo. Había unos armarios vacíos al fondo, con las
puertas abiertas. Menos uno, del mismo tipo en que Duke guardaba los archivos
en su despacho.
Se acercó a él. Estaba cerrado con un candado.
Forcejeó, en vano.
—Pásame algo que sirva de palanca— pidió Duke a Rei.
Ella buscó con la mirada, pero no había nada.
Las mejores soluciones son las más sencillas, pensó Duke.
—Apártate —dijo Duke, desenfundando la pistola—. Voy a volar la cerradura.
¡Bang! El disparo resonó en toda la estancia. La bala hizo saltar el
candado, destrozando la cerradura.
—Vamos a ver que hay aquí —dijo Duke.
El armario tenía auténticos tesoros en su interior. Boletines escolares
de la educación infantil de Rei (todos con notas excelentes). Cuadernos
de caligrafía. Una pelota de goma. Cajas con lápices de colores.
—Falta el color rojo —dijo Duke examinando las cajas.
—Odio el rojo —explicó Rei—. Desde que recuerdo.
Y también había fotos. Fotos de Rei en preescolar. Eran las típicas instantáneas
que se sacaban al final de curso, con toda la clase posando para la cámara.
Rei en ellas tenía la cara triste.
Duke se puso las gafas de leer para examinar un informe escrito por una
profesora. "La conducta de la alumna Rei Ayanami es asocial. Esquiva
el relacionarse con sus compañeros..."
¡Pero lo que importaba era que Rei Ayanami también tenía un pasado!
Había también un dibujo de un hombre moreno con gafas y barba negra.
Se notaba que lo había dibujado una niña pequeña. Al lado de la figura
(más bien era un monigote) estaban escritas las palabras "Gendo Ikari".
—Se lo dibujé para él —dijo Rei ruborizándose—. Se puso muy contento.
Más cosas...
Un recordatorio de boda, adornado con dibujos de angelitos, "Gendo
Rokubungi y Yui Ikari contrajeron matrimonio el día...".
Una foto de una mujer de pelo castaño, con el mismo peinado que Rei,
vestida con bata de científico.
Duke la miró fijamente.
—¿Qué pasa? —preguntó Rei.
—Es la mujer que vi en mi sueño —contestó Duke.
Rei la miró. Duke comparó la mujer de la foto y a Rei. Parecían madre
e hija.
—Debe ser una foto de tu madre —especuló Duke—. Cógela.
Rei la revisó bien.
—Ella no es mi madre —negó Rei.
—Rei, te juro que os parecéis como dos gotas de agua.
Rei estaba turbada.
—Ella no es mi madre.
—¿Entonces qué eres? —preguntó Duke, irritado—. ¿Una huerfanita que se
ha escapado de un cuento de Dickens?
—Yo no tengo ni padre ni madre.
Comprensivamente, Duke la acarició la mejilla.
—No pudiste haber nacido de un huevo, Rei. Me pediste que viniera contigo
porque querías que supiera la verdad sobre ti, y sólo encuentro más preguntas
que respuestas.
Más fotos: Yui Ikari (la mujer de la foto de antes) y Fuyutsuki caminando
por un bosque de excursión; Gendo Ikari, la doctora Ritsuko Akagi con
veinte años y con el pelo de color natural y Naoko Akagi en un laboratorio;
Gendo Ikari y Yui el día de su boda; el EVA-00 a medio construir; Shinji
cuando tenía tres años caminando por un pasillo de la antigua NERV; un
curriculum con la foto de Misato Katsuragi: "Ofrezco mis servicios
para servir como directora de operaciones en NERV"; Gendo Ikari llevando
de la mano a Rei cuando era una niña pequeña... en aquella foto Gendo
usaba gafas normales, pero tenía los ojos surcados por profundas ojeras...
"Esa no soy yo", pensó Rei mientras miraba la foto y un atisbo
de duda se asomaba a los recuerdos de su infancia...
Duke encontró una carpeta. La leyó, y a las pocas líneas frunció el entrecejo.
Echó varias miradas a Rei y a la carpeta.
—¿Tuviste una hermana gemela? —preguntó Duke a Rei.
—No.
—Pues entonces, o se me ha olvidado leer japonés, o estoy hablando con
un fantasma.
Rei bajó la mirada.
—Según esto, Rei, legalmente llevas ocho años muerta. Moriste cuando
tenías seis años por... aquí lo pone... "estrangulación y posterior
asfixia". Pero espera... abajo hay un sello de la prefectura de policía
de Tokyo-3. Vaya... este certificado de defunción está invalidado. No
lo entiendo. Un certificado de defunción no se conserva, se destruye automáticamente.
Debieron guardarlo por error.
Otra carpeta. Duke se había sentado en el suelo, mientras Rei estaba
apoyada en él.
—El comandante Ikari no es trigo limpio.
Rei se revolvió al oírlo.
—Esto es una citación judicial —especificó Duke—. Lo acusaban de la desaparición
de Yui Ikari, pero también hay otro documento oficial.... Parece ser que
suspendieron el juicio por falta de pruebas.
23:56 h: Se han acabado los documentos del armario. Rei ha sacado
sus gafas (parece ser que siempre las lleva consigo). He tomado fotos
de la habitación. Quiero continuar explorando, pero Rei se niega a acompañarme.
"Prefiero quedarme aquí", es lo único que me dice, aunque también
me ha dicho de forma velada que no me va a gustar lo que encuentre.
Duke salió de la habitación y bajó unas escaleras. Intentó abrir otra
puerta con cierre de seguridad. En la pantalla de la cerradura electrónica
se leía "Acceso al Dogma Terminal". Al introducir la tarjeta
decodificadora, el escanner de seguridad no la reconoció, pero no activó
ninguna alarma. Greg le había dicho en la carta que adjuntaba la tarjeta
que el programa decodificador tenía un noventa y cinco por ciento de eficacia
y "que en tan poco tiempo no podía hacer más milagros".
Encontró otra puerta. Esta la pudo abrir sin problemas. Una pantalla
la identificaba como "Acceso al Dogma Central".
A partir de aquí, Duke consignó "a posteriori" en su diario
todo lo que le ocurrió después.
Otro pabellón. Enorme y gigantesco. Y sin embargo, también estaba
iluminado. El techo estaba cuajado de una red laberíntica de tubos y conducciones
metálicas. Me adentré más y más, y descubrí una cabina central hecha de
vidrio, a medida para cobijar una persona. Al levantar la mirada, pude
comprobar que de la cabina surgía un tubo enorme, hecho a semejanza de
una columna vertebral y que se perdía en el entramado laberíntico del
techo.
Duke vio una terminal de ordenador, con teclado y monitor. Lo encendió.
Problema: el teclado estaba en japonés. (le faltaba soltura y tuvo que
ir familiarizándose con dónde estaba cada signo idiomático en el teclado).
Una par de minutos después, el ordenador le pidió una clave de acceso,
tres grupos de números. Dos números, dos números y cuatro números.
"Una fecha", pensó. "Que poca imaginación".
¿Qué tesoros escondería el ordenador?
¿Qué fecha habría escogido el comandante Ikari como contraseña?
Duke lo meditó bien. Posiblemente, el ordenador haría saltar la alarma
al primer error. No sería tan benevolente como el acceso al Dogma Terminal.
¿La fecha de nacimiento de su hijo Shinji? ¿El día que Gehirn pasó a
denominarse NERV? ¿La fecha del Segundo Impacto?
Gendo Ikari, recordó Duke, era viudo.
Como él.
¿La fecha de nacimiento de Yui Ikari?
No.
"La fecha de la boda de Gendo con Yui..." pensó Duke, tecleándola.
A él le encantaba jugarse todo a una carta. Como en el póker.
"Acceso concedido", se pudo leer en la pantalla.
"¡Bingo!" se felicitó Duke.
Perdí la noción del tiempo leyendo archivos de información. La mayoría
hablaba del funcionamiento de la sala del Dogma Central. Según lo que
leí, estaba frente a una máquina encargada de emular el patrón de pensamiento
de la primera elegida para dotar a los EVAs de un sistema de pilotaje
autónomo. La información especificaba que, a corto plazo, cuando se hubiera
terminado de utilizar a Rei, los EVAs en serie que NERV fabricaba en otros
lugares del mundo lo incluirían.
Ella tendría que pasarse varias horas sumergida en una solución líquida
dentro de la cabina...
¿Rei Ayanami? ¿Qué tenía que ver ella con todo eso? ¿Qué tenía de especial?
Duke siguió leyendo el monitor.
Encontré, no sólo la fecha de nacimiento de Rei sino también que...
¿El EVA-00 prototipo de un dios? ¿Qué el Segundo Impacto lo había producido
el ser humano? ¿Qué el proceso de selección de los pilotos de los EVAs
se hacía directamente, sin que existiera el instituto Marduk? ¿Qué el
Dogma Terminal servía de cobijo para un ángel? ¿Para Lilith? ¿Qué NERV
debía evitar el Tercer Impacto para que todo transcurriera según el plan
previsto? ¿Instrumentalización humana? ¿Hacer evolucionar a la mente humana
para fusionarse con dios? ¿Qué NERV esperaba la llegada de los ángeles
desde hacía quince años?
Jamás pensé que viviría para leer semejantes blasfemias. Harto de
leer la Biblia en clave tecnológica, volví a buscar datos sobre Rei. Estaba
claro de que ella era la clave de todo. Pero después de leer otro bloque
de información sobre ella, desistí. Rei era tan humana como yo o como
cualquiera. Cerré mis ojos, frotándolos con las manos. Al volver a ponerme
las gafas sólo pensé, por un momento, que me había enamorado de un producto
de laboratorio.
Duke buscó más información en el ordenador sobre aquella máquina. Parecía
que la oscuridad del pabellón ocultaba una especie de gigantesco contenedor
lleno de líquido y delimitado por una pared de cristal. Accedió a la sección
del programa informático que controlaba la iluminación. "¿Desea iluminar
el contenedor de los cuerpos de reserva?" Duke eligió la opción "sí"
y...
Poco a poco, como en un amanecer, una luz ambarina comenzó a romper
la oscuridad del pabellón. Me separé de la terminal y me acerqué a ella.
A medida que avanzaba hacia la luz ambarina, ésta se hacía más y más intensa.
Entre la luz ambarina, se podían ver siluetas que flotaban en el líquido.
Duke calculó primero que habría diez o doce, pero luego pensó que serían
más. Las siluetas resultaron ser cuerpos desnudos que estaban de pie,
al derecho o al revés, aleatoriamente...
Contuve un grito.
A Duke le tambalearon las piernas, y tuvo que dejarse caer al suelo.
Un cuerpo era Rei Ayanami. Otro cuerpo era Rei Ayanami. Y otro también.
Y otro. Y otro. Y otro. Yo estaba a menos de un metro del cristal. Detrás
de él, vi, como una burla grotesca, la belleza de mi amor platónico multiplicada
cinco, seis, doce, trece, catorce veces... ellas eran las hermanas clónicas
de Rei Ayanami que me miraban sonrientes, felices (yo nunca había oído
reír a mi amor platónico, pienso que el oír reír a sus hermanas fue una
mala pasada de mi imaginación). ¿Estaban riéndose? Tal vez, felices en
su ignorancia, se reían del intruso que había sido capaz de llegar hasta
allí...
Duke apoyó los puños sobre el cristal. Los apretó, deseando romper la
barrera transparente a puñetazos. Segundos después extendió las palmas
y aún de rodillas, logró mirar de frente a las siluetas que flotaban anárquicamente
en el líquido.
Pensaba que había vuelto a caer en el mismo abismo, el mismo en el
que me había precipitado la depresión por la muerte de mis esposa hacía
tantos años. ¿Soñé lo que pasó a continuación? Las hermanas de Rei se
fijaron en mí y comenzaron a arremolinarse hacia donde yo estaba; ellas
se llamaban las unas a las otras y en seguida corrió la voz de que el
ángel caído había llegado para verlas, para intentar comprender el pasado
y el corazón de mi amor platónico (...).
Ellas me miraban a mí. Yo las miraba a ellas. Felices. Dichosas. Indiscutibles
soberanas del reino de la ignorancia y de la pureza. ¿Me hablaron? ¿Intentaron
decirme algo?
"¿Quién eres?" me preguntaron ellas.
"Alguien que ama a Rei Ayanami", les dije. Me fijé en una
hermana de Rei al azar y la dije "También te quiero a ti". Me
fijé en otra. "También te quiero a ti", le dije. "Y a ti.
Y a ti. Y a ti..." (...).
Al final, las lágrimas nublaron mi vista.
Cuando volví a donde estaba Rei (indudablemente ella era la segunda,
la primera llevaba muerta varios años según el certificado de defunción)
ella seguía aferrada a las gafas. Creo que mi cara había envejecido en
menos de una hora más de treinta años. Me senté en la cama, pero no pude
mirarla. Ahora lo entendía todo. O por lo menos, comenzaba a comprender
su mutismo y su actitud nihilista ante la vida.
—Por eso no te importa morir —logró musitar Duke, cabizbajo, mirando
al suelo—. Porque sabes que si te pasa algo, siempre habrá alguien como
tú para sustituirte, ¿no?
Rei siguió jugueteando con las gafas y le dirigió una mirada furtiva
a Duke.
—¿Cuántos saben esto? —logró preguntarle Duke, intentando asimilar lo
que había visto.
—El comandante Ikari, la doctora Akagi y... creo que Fuyutsuki también.
Duke se llevó las manos a la cabeza. Aún no podía creerlo.
—Ellos piensan que no lo sé —dijo Rei, de espaldas a Duke—. Pero hace
poco que comencé a intuirlo.
—¿Por qué me lo has contado?
—Si no te amara —se justificó Rei—. No te lo habría dicho.
Recordé las palabras de Asuka. "La niña modelo no habla nunca
con nadie". Dentro de poco, Gendo comenzaría a emplearla para emular
su patrón cerebral.
—Se supone que tu no hablas con nadie —dijo Duke, conteniendo una náusea.
Rei le explicó, en pocas palabras, que desde hacía tiempo, ella no se
estaba sintiendo como siempre. Si bien en la batalla contra Ramiel no
le importó arriesgar su vida "porque estaba vinculada al EVA-00"
al introducirla en la unidad 01 le había "hecho pensar en cosas en
las que no había reflexionado nunca". Cosas como las montañas, los
paisajes, sus compañeros de colegio y su propia identidad... Se cuestionó
quien era ella, como si ella no fuera la única que tuviera una alma propia...
—Luego leí tu diario —prosiguió Rei—. Y fue tan extraño el sentir que
alguien hablaba de mí tan profundamente desde fuera...
—No es extraño el interesarse por los demás —apuntó Duke, perplejo.
—La primera vez que Shinji vino a la escuela —dijo Rei, hablando a Duke
en su tono monocorde—, le tiraron al suelo y no me interesé por él. Cuando
logró salir del mar de Dilac, no dudé en acudir a la enfermería para interesarme
por su salud. No puedo entenderlo... —Ella negó con la cabeza—. No puedo
entenderlo...
—Lo que yo no entiendo es como he podido enamorarme de ti —dijo Duke,
en tono decidido—. Me da igual lo que haya visto allí abajo. Te amo, Rei.
Rei se acercó a él.
¿Es posible que un hombre cercano a cumplir los cuarenta se enamore
perdidamente de una muchacha como Rei? Yo soy la prueba de que sí.
Como si pidiera permiso a alguien, Rei dejó las gafas sobre una caja
vacía.
Mientras, Duke no pudo contenerse y comenzó a llorar.
No había llorado por la muerte de mi esposa y lo estaba haciendo por
una muchacha medio autista que la daba igual vivir que morir.
Rei se acercó a él y le acarició el rostro con la palma de la mano.
—Creo que no soportaría verte llorar —dijo Duke, embargado por la emoción.
Si ella me hubiera pedido que la diera mis lágrimas, yo se las hubiera
regalado.
—No llores por mí —le pidió Rei—. Me recuerdas a Shinji...
Nos miramos los dos, cara a cara. Yo me agaché y nuestras frentes
se tocaron. Ella, cariñosamente, buscó un beso mío. Entonces yo... entonces
yo... entonces yo... entonces yo... la besé... en los labios... sí....
—Te amo —dijo Duke, desarmado.
Había vuelto a ser un muchacho asustadizo que besa por primera vez.
—Yo también —dijo Rei.
Me tumbé en la cama. Ella se puso de pie y buscó el interruptor de
la luz. Me había leído la mente. En mis condiciones de shock emocional
no tenía deseos de salir de allí, de volver a los niveles superiores a
encarar la realidad. Prefería estar a solas con ella, y así lo entendió.
Entre las penumbras nos abrazamos en la cama. Tras unos minutos de contacto
mutuo, ella me preguntó: "¿Quieres ser uno conmigo?"
Ambos pasaron varias horas en la cama. Horas después, volvieron al mundo
real.
—Me dijiste que te gustaba nadar, ¿no? —comentó Duke a Rei mientras subían
por el ascensor. Rei dijo que sí.
—Un día te llevaré a la playa. ¿Has visto alguna vez el mar?
—Una vez soñé con él.
—Te gustará. Tendrás toda el agua que quieras para poder nadar y bucear.
—La voz de Duke se fue tornando melancólica, como si estuviera prometiendo
algo imposible—. Iremos los dos... un fin de semana para nosotros solos....
y te compraré vestidos... muchos vestidos...
Sé que si alguien que no sea Rei o yo lee este diario le parecerá
repugnante la idea de un hombre de mi edad, honesto, íntegro y cabal durmiendo
en la misma cama que una muchacha de catorce años. Lo sé. Podría ser su
padre. Pero aparte de besos, caricias y abrazos, no hubo más. Como mucho,
la besé un par de veces en el cuello (...).
No fue una noche idílica. Dormíamos a intervalos. Cuando estábamos
despiertos, cuchicheábamos. En uno de esos períodos la dije claramente
"Vi a tus hermanas en el Dogma Central". Entonces, ella se tapaba
las orejas con las manos negando violentamente con la cabeza, en silencio.
Yo la volvía a abrazar, teniéndola entre mis brazos, aunque ella negara
enérgicamente cualquier comentario mío sobre el tema (...). En situaciones
como esa, la besaba en la frente. Se suponía que yo era el adulto, el
que sabía que era lo mejor para los dos. Sin embargo, yo estaba sufriendo
por ella todo lo que ella era incapaz de expresar (...).
Yo logré dormirme un par de horas seguidas. Cuando desperté, ella
ya se había levantado de la cama hacía rato y había encendido la luz.
La encontré de rodillas en el suelo, aferrada a sus gafas, como si pidiera
perdón por haber cometido el pecado de dormir con un adulto. La pregunté:
—¿Crees que va a venir a salvarte?
Ella me miró sin comprender.
—Sé la historia de esas gafas —la dije. Y la conté que me había incorporado
en NERV el mismo día de su fallida primera prueba de sincronización con
el EVA-00 y que había visto en un monitor de seguridad como ella, al salir
de la cabina de la unidad 00, recogía las gafas del comandante Ikari mientras
los médicos la llevaban a la enfermería.
Posiblemente, yo me había enamorado de ella desde que la vi en aquel
momento.
—Es un gran hombre —me dijo Rei, mirando las gafas.
—Ese hombre es un nazi —dije yo, sin medir mis palabras—. Te está
utilizando.
—Es un gran hombre —dijo Rei. Y por primera vez, creo que en su rostro
se dibujó un atisbo de duda.
¿Qué podía hacer yo? La amaba, pero a pesar de nuestra diferencia
de edad, los dos teníamos algo en común. El amor nos había cegado. Yo
amaba a una muchacha medio autista de catorce años, y ella tenía en un
pedestal a un hombre que la había fabricado de la nada a partir de los
restos de su difunta esposa.
Gendo Ikari se había fabricado una imagen en escala reducida de su
esposa a la que trataba como si fuera su hija, despreciando a su hijo
natural.
Por desgracia, a mí me había pasado algo peor. Al principio me había
enamorado de una desconocida, un amor platónico irrealizable que (he de
ser sincero) sólo quería tener para mí. Para mí solo.
Lo cual, me temo, no me diferenciaba mucho del comandante Ikari.
Aunque los planes que el tuviera para ella distaran mucho de ser los
que tendría un verdadero padre para con su hija.
Fin de la Segunda Parte
Notas del Autor: No sé si alguien ha llegado hasta aquí leyendo,
pero he de hacer algunas matizaciones. Sí, posiblemente haya exagerado
en esta parte, pero me interesaba recrear este pasaje de la forma más
dramática posible. Mi idea era intentar plasmar lo que sentiría alguien
ajeno al contexto central de la serie (leí por ahí que en The End of
Evangelion el autor de la serie plasmaba ideas antimilitaristas, por
lo que no se me ocurrió mejor personaje que el de un militar extranjero
miembro de NERV) al descubrir el secreto de Rei. Tengamos en cuenta que
el mayor Simpson está enamorado de ella y que vive traumatizado por la
muerte de su mujer. Como los personajes principales de la serie tienen
un pasado trágico, un personaje creado por mí creo que no podía ser menos.
No tengo nada en contra de Asuka (la primera vez que la vi en la serie
me resultó muy grato ver a alguien con su carácter después de tanto tiempo
con el carácter triste de Shinji) pero creo que ella se portaría así.
Cada uno en un fanfic pone su punto de vista sobre como actuarían los
personajes que conoce ¿no?
La frase que dice Duke "Creo que no soportaría verte llorar"
está adaptada del comentario que hizo un internauta en un chat de Evangelion.
Resultaba que estaban hablando de Rei, llamándola "ratón de laboratorio"
y se pusieron a hablar del color de sus ojos. Y uno de los que estaba
en el chat dijo "No quiero ver llorar esos ojos". No me acuerdo
del nick de ese internauta, pero conste desde aquí su aportación.
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