Puestos de Combate
un fanfic de Robotech
por Jost
Robotech y personajes y situaciones derivadas son Copyright
© Harmony Gold USA, Inc.
Parte II: Los Estrategas
—Nos han vuelto a derrotar —dijo Exedore a Breetai.
Breetai había observado la evolución de
la batalla desde el puente de mando que compartía con su segundo
oficial y consejero. El almirante cruzó sus brazos y adoptó
una actitud pensativa.
El SDF-1 aparecía en tres pantallas holográficas
simultáneamente, desde distintos ángulos. Por cada batalla
que perdían, por cada battlepod o crucero que era destruido, Breetai
iba sintiendo una profunda admiración por los micronianos.
—Cuanto más cerca están de su planeta —observó
Exedore, refiriéndose al SDF-1—, con más ardor luchan.
Qué ilógicos eran los micronianos. Tenían
a la flota del almirante Breetai en un constante estado de acoso y, sin
embargo, siempre luchaban hasta el límite. Si había algo
que Breetai aborrecía de los micronianos, era precisamente eso.
Su capacidad de improvisación, su terquedad. Habían convertido
a la fortaleza espacial en una especie de dique de contención de
las mejores tácticas de combate zentraedi.
—Debemos abandonar la táctica de guerra de desgaste
—dijo Breetai, levantando la cabeza.
—¿Sugiere algo diferente, milord?
Breetai tardó en contestar. Si Dolza no se empeñara
en recuperar la fortaleza intacta, borrarla del Universo sería
sencillísimo. Una maniobra de transposición por sorpresa,
cincuenta cruceros materializándose rodeando al SDF-1, una orden
de abrir fuego y adiós a la resistencia microniana.
—Quiero verla otra vez —dijo Breetai, con tono pensativo.
—Sí, milord.
Se refería a una grabación que uno de los
battlepods zentraedi había efectuado del ataque a la isla Macross.
Se materializó delante de ellos una pantalla que
mostraba explosiones, battlepods arrasando la ciudad y gente huyendo del
fuego alienígena. Breetai tenia un macabro entretenimiento. Cuando
veía ese vídeo, pedía a Exedore que congelase la
imagen para, a continuación, ampliar un sector de la pantalla y
ver bien a los micronianos que huían.
Patético. Pero lo peor era que sentía una
extraña afinidad. Si no fuera por la estatura, los zentraedi y
los micronianos serían prácticamente iguales. Hacer aquello
era una especie de autotortura, el comprobar el aspecto aparentemente
débil de los micronianos... los cuales ponían en jaque a
las fuerzas zentraedi.
—Milord... —titubeó Exedore despertando a Breetai
de su ensimismamiento.
Breetai giró la cabeza. Esperaba que Exedore tuviera
algo importante que decirle.
—Tenemos otra grabación —dijo Exedore—, y quizá
sea más aleccionadora... que esa con la que... si me permite decirlo
milord, está obsesionado.
Breetai se rascó la cabeza o más en concreto,
la parte cubierta por la prótesis metálica que incluía
su ojo artificial.
Asintió con un murmullo.
Esta otra grabación procedía de las transmisiones
interceptadas del SDF-1. Se veía a miles de micronianos en una
especie de evento masivo. Luego, la cámara mostraba las imágenes
de hembras micronianas, ataviadas con exiguas vestimentas que apenas les
cubrían el cuerpo.
Como el sonido era de muy poca calidad, la grabación
que contemplaban Exedore y Breetai tenía el sonido muy bajo. Alternándose
con algunas interferencias casuales, parecía que las hembras micronianas
disfrutaban sintiéndose admiradas por el público.
En la pantalla apareció un letrero que ponía
en inglés: Volveremos con el concurso de belleza Miss Macross
después de una pausa publicitaria.
—Quítala —dijo Breetai con sequedad.
La imagen se desvaneció. Exedore, que estaba más
versado en el arte de la palabra que en el de las armas quiso exponer
su punto de vista sobre aquella "manifestación cultural microniana".
—¿Cultura? —se extrañó Breetai—. ¿Qué
significa eso?
—Lo busqué en las viejas leyendas referentes al
planeta microniano, milord. "Cultura" es un término emparentado
con "ocio". Se le llama "ocio" a la actividad que
tiene por fin el entretenimiento lúdico de un individuo o colectivo
cuando no emplean su tiempo en guerrear o trabajar.
Breetai escuchó todas las palabras de Exedore
con mucha atención.
—De esto se deduce, milord —prosiguió Exedore—,
que el ocio juega un papel vital en la vida de los micronianos.
—¿Estás seguro, Exedore?
—Sí, milord.
—Seamos prácticos. ¿Qué ventaja les da
eso a ellos contra nosotros?
—¿En qué sentido?
—Exedore, a nosotros no nos importa nada que los micronianos
piensen que la actividad social o cultural sea más importante que
guerrear. Debemos capturar al SDF-1. Todo eso que me has dicho, ¿nos puede
reportar alguna ventaja?
—Ninguna, señor —reconoció el consejero—.
Pero la experiencia me dice que el conocimiento del adversario es casi
tan importante como las tácticas militares de combate.
Bretai pensó que Exedore se estaba ablandando,
aunque no se lo podía reprochar. Exedore era un especialista en
el arte de la retórica y la diplomacia, y era el encargado de ejercer
de consejero para Breetai y el líder supremo Dolza.
—Tenemos una ventaja, milord. Les superamos en número.
Tarde o temprano se quedarán sin aviones de combate o su arma principal
quedará inservible.
Breetai volvía a tener la mirada fija en el SDF-1.
Solo con que Dolza me permitiera... cincuenta cruceros... y se acabaría
todo.
Llegó un aviso por radio, informando que el crucero
zentraedi que traía de regreso los battlepods supervivientes se
había incorporado a la flota de Breetai.
El almirante se acercó a una consola y requirió
la comunicación inmediata con Khyron a través del videóteléfono.
El indisciplinado Khyron se materializó en la
pantalla.
—Khyron, prepara a tus mejores pilotos —dijo Breetai—.
Vamos a efectuar un ataque combinado.
—Sí, señor. ¿Algo más? —preguntó
Khyron con burla.
—Retírate y espera el plan de batalla.
—A la orden. —Khyron tenía una expresión
de risa contenida, como si quisiera a echarse a reir delante de su almirante.
Breetai pasó a ejercer de estratega.
Primero, pidió una pantalla holográfica
de extensión máxima para tener a la vista un plano de situación.
El SDF-1 estaba a una distancia cuatro veces mayor de
la que separaba la Luna de la Tierra. Breetai contaba con ocho cruceros
y el jefe de escuadrón más indisciplinado de la armada
zentraedi.
Ataque combinado. Breetai quería apostar fuerte.
El punto flaco de los micronianos era su limitado número de veritechs.
—Lanzaremos un ataque combinado usando todos nuestros
recursos —anunció Breetai.
—¿Cuántos battlepods usaremos, milord?
—Cien.
—Milord, tal vez habría que consultar con Dolza...
—Cien —recalcó Breetai—. Ni uno menos.
A medida que se dibujaban las formaciones en la pantalla
holográfica, Breetai diseñaba las posibles vías de
ataque. Se trataba de colapsar las defensas micronianas del SDF-1, de
obligarles a que sacaran todos los veritechs de los que disponían.
Ya no habría más ataques quirúrgicos. Aquel ataque
sería la versión zentraedi del blitzkrieg del SDF-1
en los anillos de Saturno.
Mientras se perfilaban los detalles de aquella gran ofensiva,
Breetai pensó que, posiblemente, los micronianos tendrían
un mando, una cabeza pensante que, como él, se encargara de dirigir
a sus tropas.
(Sin saberlo, estaba pensando en el capitán Gloval.)
—Solo un detalle, milord.
—Te escucho...
—¿Se acuerda de la reacción que produjo la visión
de la hembra microniana de pelo moreno a nuestros oficiales Rico, Bron
y Konda? Podría producirse algo parecido... ¿No cree? Esa cultura,
esa forma de vida... podría que confundir a nuestros soldados.
Breetai asintió con la cabeza.
—Exedore, pecas de prudente. Puedo decirte que nada supera
en el Universo al poder de la armada zentraedi en acción. Antes
de que los micronianos puedan manifestar algo que nos sea perjudicial,
acabaremos con ellos.
Breetai vio como los sensores del puente de mando verificaban
que los battlepods se estaban organizando en formación alrededor
de su flota. El SDF-1 sería, por fin, de los zentraedi.
Breetai anhelaba que aquella fuese la batalla definitiva.
Allá iban otra vez.
Fin de la segunda parte
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