Melodía Estelar
un fanfic de Robotech
por Jost
Robotech y personajes y situaciones derivadas son Copyright © Harmony
Gold USA, Inc.
Música trataba de concentrarse para tocar el arpa cósmica.
Sin embargo, llevaba media hora intentando componer una melodía
que le sonara bien, pero todos los sonidos que lograba extraer del arpa
le parecían mecánicos e inertes.
Cuando ella estaba a punto de abandonar la Sala de Instrumentos, entraron
sus hermanas Octavia y Allegra.
—Hola, Música —saludó Octavia.
—Hola —contestó Música, cerrando los ojos.
—¿Qué tal estás hoy? —le preguntó Allegra.
—No puedo tocar —dijo Música con tristeza.
Allegra la dirigió una mirada a Octavia que quería decir
"ella necesita nuestra ayuda". Entonces, las dos hermanas se
sentaron cada una delante de un arpa cósmica.
—Te ayudaremos —dijo Allegra.
—En serio... no necesito que os preocupéis.
Octavia comenzó a acariciar los filamentos luminosos de su arpa.
Allegra acompañó los compases de su hermana y le dijo a
Música que con que solo esperase un rato tendría el ánimo
suficiente para volver a tocar.
¿Cómo pueden saber mis hermanas lo que siento? pensó
Música con infinita tristeza. Pronto el espíritu práctico
la convenció de que debía ponerse a tono y concentrarse.
Ella comenzó también a tocar el arpa. Más por costumbre
que por auténtica devoción.
La cabeza de Música estaba llena de preguntas.
Al igual que sus otras hermanas, Música se hallaba dentro de la
gigantesca nave de los Maestros de la Robotechnia, la cual había
sido derribada por las fuerzas del ejército de la Cruz del Sur
hacía menos de una semana.
Ella ignoraba el propósito por el cual los Maestros de la Robotechnia
habían efectuado aquel largo viaje de quince años hasta
el planeta de los micronianos.
Hacía quince años, los micronianos habían logrado
derrotar a los zentraedi. Ahora se hallaban ante una amenaza mucho peor.
Después de lograr restablecer las comunicaciones con la base lunar
Libertad, una exitosa maniobra del 15º escuadrón había logrado
dañar los generadores de la nave de los Maestros de la Robotechnia,
obligándola a aterrizar cerca de Ciudad Monumental.
Tras unas escaramuzas infructuosas, los mandos de la Cruz del Sur ordenaron
al 15º escuadrón una misión de reconocimiento dentro de
la gigantesca nave.
Uno de los integrantes del escuadrón, Bowie Grant, se perdió
y llegó, por casualidad, al cuarto donde Música se hallaba
delante del arpa cósmica.
En aquel momento, Música se hallaba sola. Al ver a Bowie, vestido
con la armadura de combate, se quedó paralizada. Nunca había
visto a un microniano, y menos a uno de raza negra.
Ambos tenían algo en común.
Waui era pianista. Al ver a Música sentada delante del arpa, intuyó
una posible vía de acercamiento. El rozó con los dedos los
filamentos luminosos y sonó un estruendoso chirrido. Entonces,
Música, confiada ante las pacíficas intenciones de Bowie,
le obsequió con una pequeña composición musical.
Waui sonrió. Y Música estuvo a punto de reír. Le
encantaba la forma en que el joven soldado había procurado captar
los matices del sonido del arpa.
Pero irrumpieron los centinelas... y Bowie tuvo que salir corriendo de
la estancia, para salvar su vida.
—Estoy triste —reconoció Música ante sus hermanas.
Octavia y Allegra interrumpieron la melodía.
Allegra intentó animarla, diciéndola que tocando se le
pasaría la tristeza.
—No, no —negó Música con la cabeza—. Siento un dolor diferente,
que no había sentido hasta ahora. Me duele el corazón.
Música quería ver al soldado microniano, tocar para él,
sólo con tal de verle embobado contemplando el fino movimiento
de sus manos rozando los filamentos del arpa.
—El... el... ¿corazón? —se extrañó Allegra.
—Sí —dijo Música, cabizbaja.
Octavia tomó el control de la situación.
—A nosotras no nos puede doler el corazón, Música. Nosotras
no somos como los micronianos. ¿Lo comprendes?
—Lo intento, lo intento... pero no puedo.
—Tendrás que poder. Ahora te toca a ti.
Música esquivó la mirada inquisitiva de sus hermanas. Prefería
enfrentarse al arpa antes que seguir recibiendo sus reproches.
¿Y qué podía tocar? Ninguna de las melodías que
había tocado una y mil veces la convencían.
Tuvo una idea que le pareció fantástica. Si el soldado
microniano no estaba allí para verla tocar, Música improvisaría
una composición dedicada a él. Así, ella podría
aliviar su dolor y sus hermanas no se darían cuenta de sus verdaderos
sentimientos.
Acercó sus manos a los filamentos. Puso su mente en blanco unos
instantes y...
Los primeros acordes sonaron rabiosos, repletos de una furia que apenas
podía contener. Sin desafinar, a medida que los encauzaba, pronto
comenzaron a sonar más atemperados, más cálidos y
más sensuales.
¿No fue por algo parecido por lo que los zentraedi habían perdido
la anterior guerra?
Los Maestros de la Robotechnia hablaban entre ellos de algo llamado "contaminación
emocional". El día en que Dolza envió la Flota Imperial
para aniquilar el planeta de los micronianos, éstos vencieron gracias
a un arma que logró contener los cerca de cuatro millones de cruceros
zentraedi que rodeaban la Tierra: la música. Los zentraedis, al
quedar expuestos a las sensaciones que les producía la exposición
a la voz de Minmei se quedaron bloqueados, sin poder reaccionar...
Tal vez, Música sufría los efectos de aquello. Sentía
que podría proclamar delante de los centinelas que amaba a un soldado
microniano, sólo por el placer de dar rienda suelta a sus sentimientos.
Octavia y Allegra, ahora en el papel de acompañantes, apenas lograron
seguir al principio el endiablado ritmo que Música imprimía
al arpa.
Música se aisló de todo. La composición que tocaba
se inundó de múltiples matices, algunos más contundentes,
otros más suaves. Matices que en su mayoría representaban
(así lo sentía ella) su dolor, y la esperanza de que, con
el retorno del soldado microniano, su tristeza se desvanecería.
Agotada por la concentración, Música separó las
manos de los filamentos del arpa.
Miró a sus hermanas, que la miraban con los ojos muy abiertos.
—¿Dónde has aprendido a tocar así, Música? —preguntó
incrédula Octavia.
—Lo acabo de inventar —dijo Música, con un leve tono de orgullo
en su voz.
—No hemos podido acompañarte —dijo Allegra, asustada—. Bueno,
al principio sí, pero luego...
Allegra intercambió una mirada de aprobación con Octavia.
—Es lo más hermoso que hemos oído nunca... —siguió
Allegra, con voz risueña.
—¿Podrías repetirlo? —preguntó Octavia.
¿Repetirlo? pensó Música. ¿Pasar otra vez por
aquello?
Música quiso gritarles a sus hermanas que no.
Lo que hizo fue levantarse del asiento y escapar de la estancia a toda
prisa.
—¡Música! —la llamaron Octavia y Allegra al unísono.
Música cruzó el umbral de la puerta, sin echar la vista
hacia atrás.
Si aquello era amor, el amor que podía inspirar un microniano
era muy doloroso...
Fin
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