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— Turn —

un fanfic de Card Captor Sakura
por Tin Mandigma

traducido al español por Azur

Card Captor Sakura y personajes mencionados en este texto son Copyright © CLAMP.


Parte 4: Eriol’s Cut


Una de las versiones más antiguas de “La Bella y la Bestia” es una adorable historia narrada por el escritor latino Apuleyo en su iluminación, La Metamorfosis, también conocida como El asno de oro.

Sucedió así:

Había una vez un rey y una reina que vivían junto a sus tres hermosísimas hijas. De hecho, eran tan hermosas, que era apenas posible encontrar palabras para alabar a las dos mayores, y para expresar la intimidante belleza de la más joven, así como si nunca se hubiese visto antes, cuya descripción estaba más allá de todo poder humano.

Pero el rey es aterrorizado por un oráculo, el cual le advierte acerca de un misterioso dragón que irá a destruirlo a él, a su familia y a su reino—

—un horrendo mal, traidor y feroz, el cual vuela a través del éter y con fuego y espada, cansa y debilita todas las cosas a su paso, extraordinario para el poder que reina en los  dioses, hasta el Gran Júpiter teme la peste alada, y las corrientes y las sombras Estigias aborrecen su poder.

El oráculo le dice al rey que su más hermosa niña, su adorada pequeña, es la elegida para ser la esposa de este monstruo.

El rey y la reina lloran angustiados pero no se atreven a desobedecer al oráculo. La joven princesa es casada con su ausente novio dragón en una horripilante ceremonia de bodas.

Las antorchas elegidas eran unas que ardían levemente con una llama tiznante y vacilante; en lugar de la alegre marcha nupcial las flautas entonaban un quejumbroso lamento Lidio; el canto matrimonial acabó con fúnebres alaridos, y la pobre novia lloró lágrimas de sus ojos cubiertos por su velo con el color de las llamas.

La princesa es dejada sola, llorando y temblando, en la cima de una colina, de donde es llevada por un gentil y travieso viento del oeste hacia el interior de un hermoso valle donde se queda dormida, extrañamente tranquila y confortada.

Cuando despierta se encuentra en un palacio real maravillosamente construido, con columnas de oro y pisos enjoyados, el cual el mismo Júpiter debió de haber construido.

Ella da vueltas en la luz del sol que se torna dorada de a momentos, ve su reflejo en los brillantes pisos de mosaicos, y una vez más se siente confortada.

Mientras cae la tarde, siente el cansancio de la soñada diversión, y ella encuentra su dormitorio y duerme.

Es despertada por la caricia gentil de manos invisibles. La desnudan lentamente, y la acarician; la ungen y visten con prendas nupciales. Después ella se sienta—

Y repentinamente dulces vinos y tentadores platos aparecieron mágicamente, flotando hacia ella de común acuerdo. Ella no vio a nadie; los sirvientes eran meras voces, y cuando alguien entró y cantó alguien más lo acompañó con la lira, pero ella no vio a ninguno de ellos, ni siquiera a la lira. Entonces un coro invisible entonó la canción.

Intoxicada, la princesa yace en su cama, y en la lujuriosa y dulce oscuridad de una mágica noche, su esposo va hacia ella y le susurra palabras de amor y la toma en sus brazos. El la hace su esposa.

Lo hace una y otra y otra vez, noche tras noche.

Psiche dulcissima et cara uxor

Cuando ella abre sus ojos y lo busca a través de la fina luz gris dorada del alba, el ya se ha ido.

Mas tarde en el día, los ciegos sirvientes invisibles regresan, y con ellos la deliciosa comida, y después la bellísima música.

Y después su esposo, otra vez.

La princesa en muy feliz.

Pero a sus hermanas mayores les han dicho sobre su matrimonio y se apresuran para encontrarla.

La princesa se entera de esto y le ruega a su esposo que le permita ver a sus hermanas. Su esposo se niega al principio pero ella le ruega:

—Preferiría morir cientos de veces antes de perderte. No tengo idea de quien eres pero te amo. Te amo desesperadamente, te amo como amo mi propia alma.

Así que por favor, ¡por favor concédeme solo un favor más! Dile a tu sirviente, el Viento del Oeste, que traiga a mis hermanas hasta aquí en la misma encantadora forma en que me trajo a mí.

El dragón consiente, y ella ve a sus hermanas y las abraza y les cuenta de su felicidad.

Pero sus hermanas están celosas y alarmadas, y le advierten que su esposo es un monstruo —un MONSTRUO— que se la comerá cuando esté cargando en su vientre a su hijo, para él su comida favorita es una mujer avanzada en su embarazo, que destruirá su corazón con sus sangrientas fauces, un centellante anochecer, mientras ella tontamente le susurra su amor.

Le dicen que debe matarlo.

La princesa está asustada e indecisa.

Esa noche ella se dirige a su cama llevando una lámpara de aceite y un cuchillo. Espera hasta que su esposo esté dormido y entonces enciende la lámpara, y la sostiene en alto, y se encuentra a sí misma observando a un joven muy hermoso que duerme con la cabeza apoyada sobre sus senos.

...sus cabellos dorados, bañados en néctar y tan  perfumados con él, gruesos rizos se pierden sobre su blanco cuello y sus mejillas sonrojadas y cayendo hermosamente se enredan a ambos lados de su cabeza, cabello tan brillante que la flama de la lámpara pestañea ante la radiante luz que en el se refleja. En sus hombros nacen suaves alas del blanco más puro...

En ese momento, ella se enamora del amor.

En ese momento, hirvientes gotas de aceite se derraman, y caen sobre el hombro derecho de su esposo, y el se agita, y abre sus ojos, y mientras ella lo observa, se le llenan de tristeza.


Ella está dormida.

Muy suavemente, él mueve su mano y toca su cabello, transparente y negro y tan suave sobre las yemas de sus dedos, como las alas de un dios recién nacido, aún delicado y brillante por los fluidos de creación, ambrosia y sangre. Enrolla su dedo alrededor de una hebra de cabello, la leva a sus labios, lentamente, lentamente, y la besa.

Su cabello huele como el anochecer, reflexiona. Brillante y puro, brillante blanca helada en un paisaje denso, tormentoso y oscuro, donde sombras ocres ocultan secretas fragancias y extraños fuegos arden en la distancia. El cierra sus ojos, y ve un jardín iluminado por la luz de la luna, donde dragones vuelan juntos y se encantan los unos a los otros entre las flores mientras los magos de ojos hundidos los observan y piensan que están viendo a las estrellas.

Belleza cercana a terror. Eso es lo que es ella.

El no tiene una lámpara para despertarla, sus labios no tienen el ardiente poder del aceite. Pero algunas veces, él cree que su amor podría derramarse de su corazón, y tocar su tersa y pálida piel, su cabello con aroma a noche, y ella lo sentirá, y despertará, sus grandes ojos negros como grandes lunas negras que ningún oráculo podría suficientemente venerar.

Eso lo asusta. Sostiene su amor tan cerca de él como le es posible, trata de retenerlo con sus manos, cada nociva gota, cada espantoso parpadeo, pero hay momentos cuando la observa, como ahora, e imagina caprichosos y encantados palacios donde bailan juntos y él ve estrellas en sus ojos, y él olvida.

El olvida, el amor escapa, y la lastima.

Un día, la lastimará lo suficiente, y ella despertará.

Y ella lo mirará, y sus grandes ojos negros se llenarán de tristeza.

Eros se desvanece cuando Psique lo percibe.


Fin de la cuarta parte


 

 
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Ultima actualización:  16/12/01