Desde el Otro Lado del Río
un fanfic de Ranma ½
por Koji
Ranma ½ y personajes mencionados en este texto son Copyright © Rumiko
Takahashi.
Notas del Autor: OK. Mi historia tendrá como personajes principales
a Ryoga y Ukyo, y como secundarios a otros como Ranma y Akane. La historia
es bastante triste, así que no esperes muchos momentos divertidos (quizá
habrán, pero...).
Para todos los que estén esperando que Ryoga tenga por fin una historia
en la que le vaya bien, pues lo siento, pero no es esta la ocasión.
Puede que algunas palabras causen confusión, asi que paso a describirlas.
'Baka' quiere decir 'idiota', y es la manera en que Akane llama usualmente
a Ranma. 'Okonomiyaki' es el plato que prepara Ukyo en su 'okonomiyaki-ya'
(tienda de okonomiyakis). El 'Neko Hanten' es el café en que Shampoo trabaja.
'Iie' quiere decir 'no'. Y, lo último: '-san', después de un nombre, denota
cierto respeto hacia la persona. Eso es todo (a ver si esto sirvió de
algo...).
Respecto a los cambios, el fanfic es ahora un poco diferente (no en la
historia en sí). Espero que aprecien todos los que hice, porque para mí
ha mejorado bastante (bueno, sigue siendo hopeless, solo que un poco menos...
^_^).
Pues, más que eso, no hay mucho que decir como introducción, más que...
¡Espero les guste! ^-^
Capítulo 1: El Collar Maldito
—¿Dónde estoy? —dijo Ryoga mientras miraba a su alrededor. Había un río
en el que pescaban unos hombres. Árboles se podían ver a lo lejos, en
los montes. El cielo estaba limpio y claro, de un color celeste perfecto.
Una modesta casa decoraba la cima de una colina a unos trescientos metros
de él. Todo estaba en calma; los pájaros cantaban, el río murmuraba.
Ryoga caminó unos pasos hacia el río, se acercó a un hombre, lo tomó
del cuello de su ropaje, y gritó—, ¡ÓIGAME! No estoy cerca de Tokyo, ¡¿VERDAD?!
El pescador respondió tiritando, a la vez que se le caía el sombrero.
—Iie... Tokyo está a cerca de tres días por ese camino...
Ryoga tan sólo sabía que no podía continuar jugando con los sentimientos
de su amada Akane. Lo único que unía a él y a Akane eran su maldición
y su mala orientación, que lo llevaba siempre a su lado. Esa maldición
parecía siempre llevarlo al lugar equivocado.
El dedo con el que el pescador señaló a Ryoga la dirección indicaba un
pequeño camino no pavimentado, el cual daba una larga vuelta, hasta girar
ciento ochenta grados completos.
—Me iré en el sentido contrario. No me esperes, Akane... No volveré más.
—Con estas palabras aún frescas en la boca, Ryoga se movió a la dirección
opuesta, corriendo con su mochila y su paraguas rojo. Ojos cerrados, pensando
en aquel amor de su vida, pero también en el futuro, triste, que debería
soportar por una larga vida.
[Dos días después]
Ryoga caminaba exhausto; no se había detenido, ni había comido o bebido,
estando muy ocupado alejándose de su sufrimiento. Quizá dónde estaba.
Para sus apenas videntes ojos, los alrededores parecían de una ciudad.
Todo se veía cada vez más lejano.
—¿Te sientes bien, Ryoga? —lograron oír con dificultad sus oídos, pero
no logró traducir el mensaje antes de caer al piso, rostro abajo.
[Tiempo después]
—¿Akane...? —Formas, colores, abanicos de luces lo rodeaban; pero ahí,
al final, está Akane. Tan bella... ¿Cómo podría alguien dudar de su hermosura?
No obstante, ella tenía su vista hacia otro lado. —¿Ranma? —Si, pero él
no te odia; solo tiene un sentimiento especial hacia Akane, como tú. Tú
no debes odiarlo.
—¿Ya haz despertado, cariño?
Ryoga estaba más consciente ahora. ¿Qué ocurrió? Sólo un sueño... Pero
ahora enfrentaba la realidad.
—Estabas pálido cuando te vi y caíste inconsciente —dijo, explicando,
Ukyo, mientras le servía un okonomiyaki. Ryoga respondió a su gratitud.
—Gracias, Ukyo. Pero debiste dejarme morir. No hay nada que pueda importarme
ni nadie a quien le importe.
Ukyo sonrió tristemente. —Ryoga..., no te sientas así. Claro que le importas
a la gente.
Ryoga sacudió la cabeza.
—De todas formas, ¿qué haces tan lejos de Tokyo? —Ukyo parpadeó—. Tu
problema de orientación realmente te afecta, ¿eh?.
Ryoga se paralizó, y sus ojos se abrieron a su máximo rápidamente. —Es...
estoy en... ¿Estoy... en... Nerima?
Ukyo asintió y le tomó un hombro. Exigió que se quedara ahí hasta que
se repusiera. Estaba muy mal.
[Día siguiente, después del almuerzo]
—Ukyo, ya me voy. Por favor, indícame la dirección ma... —Fue interrumpido
por la mano de Ukyo en su boca, apretándolo fuertemente. Ryoga comenzó
a reclamar, pero...
—¿No dije que te irías hasta que te repusieras? Pues hazme caso. Mírate
a ti mismo. ¿Quieres arruinar tus logros de toda tu vida por un simple
rencor con Ranma?
Ryoga sabía que esa no era su razón, así que apenas Ukyo hubiera dejado
de taparle la boca dio una
sarcástica sonrisa a sus pies, como pensando en lo bueno que sería que
sólo ese fuera su problema. —Ukyo, no tengo por qué darte explicaciones
de mis problemas, solo te digo que no es ese... no ahora.
Ukyo lo miró con extrañeza, pero le dio una amplia sonrisa. —Con mayor
razón te quedarás. Tú sabes lo bien que uno se siente al expresar sus
sentimientos, así que soy todo oídos.
—Er... Yo... Pues...
—Pues nada; ven, siéntate y cuéntamelo todo, mientras te preparo un okonomiyaki
—finalizó Ukyo, tomándolo de la mano y tirándolo hacia el mesón.
—Puedes relajarte mientras me hablas —sonrió Ukyo. Ryoga estaba un poco
sonrojado, pensando en que quizás ella tenía razón, que quizás debía contarle
todo y desahogarse. Dudó en partir, pero la dulce, afectiva sonrisa que
le otorgaba Ukyo hizo de Ryoga a alguien con más valentía de la que cualquiera
pensaría.
—Esto... yo... no se como decirlo. Supongo que amo a Akane... y... no
quiero... ¡Por favor no le cuentes esto a ella!... Em, continúo. Akane,
como tú, no sabe que yo soy... soy P-chan: la mascota
de Akane.
Ukyo se paralizó.
Ryoga la observó, y estaba a punto de levantar la mano hacia ella, no
estaba seguro de por qué. Ukyo se levantó de la silla antes de que pudiera
alcanzarla.
Ukyo pensó, uniendo todo cabo suelto que aún cabía en su cabeza.
—Ukyo, por favor...
Ukyo le lanzó una mirada de desprecio a Ryoga. —Tú... Tú eres P-chan,
y... duermes... ¿con Akane?
—U-Ukyo, yo, no le digas a ella, lo siento mucho. Déjame explicar primero...
—¡No hay nada que explicar, Ryoga! Caíste en un estanque en Jusenkyo,
como Ranchan, y ahora abusas de Akane, haciéndote pasar por un cerdo.
Voy inmediatamente a explicarle a Akane.
Ryoga corrió a detener a Ukyo. —¡No, Ukyo! Por favor, déjame explicar
primero... Yo no quiero ser P-chan...
Ukyo le clavó una fiera mirada en los ojos. —Está bien, Ryoga; explícame.
Tú nunca has sido así. Me extraña.
—Claro, Ukyo. Déjame contártelo todo.
Ryoga se sentó en la silla que encontró más cerca, y se apoyó en la mesa.
Una gota de sudor fría corría por su frente.
—Primero, cuando me encontraste, yo estaba huyendo de Akane, porque no
puedo seguir con esta farsa. Lo único que busco es amor verdadero, y desde
que conocí a Akane como P-chan me enamoré de ella, y pensé que estaría
junto a ella sea como sea; ahora veo que el "sea como sea" no
es muy honorable de mi parte...
Ukyo lo miraba, frunciendo el ceño; pero lo dejó cuando vio cómo una
lágrima rodaba por el rostro de Ryoga.
—Ryoga..., no te sientas así... Eres simpático, atractivo, de muy buen
corazón... —dijo Ukyo, y luego pensó—, ...Estúpido, despistado... Pero
aún así eres una muy buena persona.
Ryoga se sintió como en un sueño. Realmente ella... piensa eso de
mí... Y al levantar de nuevo la mirada, le dijo—, Ukyo, gracias. Creí
que jamás oiría a alguien decirme palabras de afecto...
—Oh, Ryoga... Has sufrido mucho... —Entonces Ukyo se acercó a Ryoga,
y le dio un fuerte y consolador abrazo, mientras él se secaba sus ojos
de las pequeñas lágrimas que comenzaban a caer.
Ryoga salió hacia afuera, se sentó en la vereda, y ahí esperó a que el
tiempo pasara. Después de todo, no tendría nada que hacer, y no podía
arriesgarse a salir más lejos, por miedo a perderse. Además, tenía mucho
en que pensar.
[Dos horas más tarde]
—¡Ah! ¿Como estás, Ryoga? Tiempo sin vernos.
Ryoga no se movió. Permaneció sentado en la acera.
—Oye..., ¿te ocurre algo?
Ryoga giró su cabeza y vio la preocupación en Ranma. —No. Por favor,
déjame sólo.
Ranma frunció el ceño. —No sigas con tus rencores. En todo caso te aviso
que Kuno Tatewaki quería hablar contigo. ¡Adiós! —Y se fue corriendo.
¿De qué estaba hablando? ¿Para qué querría verme Kuno? pensó Ryoga.
Su curiosidad le venció, y decidió ir a la mansión Kuno. Ukyo justo salía
del okonomiyaki-ya, así que Ryoga la llamó.
—Ukyo, ¿me podrías llevar a la mansión Kuno?.
Ella, que acababa de terminar de hacer su trabajo, respondió satisfactoriamente.
—Claro, cariño.
[Mansión Kuno]
Ryoga se presentó ante el mayordomo, quien abrió la puerta inmediatamente.
—Perdone usted, yo soy Ryoga Hibiki, y...
Sin dejarlo hablar más, sus palabras fueron llevadas a los oídos de Tatewaki.
—Al fin llegáis, Hibiki Ryoga. Como estáis, Kuonji Ukyo. Dadme el placer
de seguirme, por favor. —Kuno los condujo a un lugar de su amplia habitación
(la cual tenía dos notorios pósters de Akane y Onna-Ranma en una pared,
además de docenas de fotos de ambas). Al fin sacó de un cajón un collar
hecho de plata, con toques artesanales japoneses. —Esto, creo, dároslo
debo; aquí lee una inscripción que demuestra el pertenecer a la familia
Hibiki. Además, de la familia Kuno simplemente no podría pertenecer, pues
esta familia jamás ha tenido joyería de tan bajo valor y tal vulgaridad.
Ryoga lo examinó. —Pues, sí... Pero, la verdad, jamás había visto nada
así. ¿Dónde lo encontraste?
Kuno gritó "Sasuke" hacia afuera. Rápidamente se presentó el
ninja... sobre la cabeza de Kuno.
—Grrr.... ¡¡BAJAD DE AHÍ, SASUKEE!!.
Sasuke miró a sus pies, y rápidamente saltó al piso. —¡Discúlpeme, mi
señor! Por favor, dígame, ¿para qué me ofrezco?
Kuno se sacudió la cabeza. —Quiero que nos conduzcáis al lugar en el
cual encontrasteis aquel collar perteneciente a la familia Hibiki, sirviente
mío.
Sasuke sonrió. —Claro, señor. Como ordene.
Un rato después, todos estaban en la bodega de la mansión; un increíble
lugar, del que no se veía ni fondo ni final por ningún lado. Bastante
espacio para poner los innumerables tesoros de familia que poseía Kuno.
Además, todo esto estaba en un perfecto orden, clasificado por Sasuke.
—Este es el lugar, señor Hibiki —dijo Sasuke al apuntar a una pila de
objetos aún no clasificados.
Ryoga se rascó la cabeza. —Er... Oh, em... Muy interesante. Bueno, creo
que ahora mejor nos vamos.
[Camino al okonomiyaki-ya]
Ryoga cerró los ojos en desilusión. —Vaya, así que ahora lo único que
tengo de mi familia es un feo collar. Prefiero no tener nada a tener esto.
—Ya iba a tirar el collar a sus espaldas, cuando Ukyo le detuvo la mano.
—No lo desperdicies, Ryoga. Dámelo a mí. A mí me parece muy bonito.
Ryoga aceptó, y esperó a que se levantara el pelo antes de ponérselo
en el cuello él mismo. Se puso un poco nervioso al hacerlo. Quién sabe
por qué. Quizás fue por la manera en que Ukyo no dejaba de mirarlo a los
ojos.
Pero, de un momento a otro, una intensa luz azulada comenzó a despedir
el collar. En esos momentos, Ryoga vio horrorizado cómo la piel de Ukyo
parecía fundirse junto con el collar, volviéndose ambos uno, y dejando
ningún rastro del collar.
—U... Ukyo... ¿Qué está pasando? —dijo Ryoga, entrando en desesperación.
Ella parecía no poder gritar por mucho que abría la boca, así que calló,
antes de caer inconsciente a los brazos de Ryoga—. Qu... ¿Qu-é p-pasa...?
—preguntó Ryoga a nadie. Le miró el cuello, y alcanzó a ver un último
destello, antes de que todo volviera a aparente normalidad—. Pero, eso...
Ryoga miró a su alrededor, sin reconocer nada. ¿Qué haría ahora? No sabía,
pero debía devolverle el favor de preocuparse por él, así que la cargó
en sus brazos, y caminó por la calle, esperando tener suerte de encontrar
a alguien conocido.
[Escuela Furinkan, salida de clases, seis días después]
Ukyo..., no te preocupes. No sé qué te pasa, pero te salvaré de cualquier
manera. Lo prometo... pensaba Ryoga mientras caminaba por calles irreconocibles
por él. Con estas palabras alcanzó a dar su última mirada a lo que lo
rodeaba antes de caer sobre su espalda, con Ukyo sobre él.
—¡Ryoga! ¡Ukyo! ¿Qué sucede?" —dijo, corriendo a su lado, Akane.
Ranma venía junto a ella, sin haber visto lo ocurrido, pero al verlo no
pudo hacer más que exclamar.
—¡¿Q...?! ¡¿Qué haces, Ryoga?! ¡¡Y EN MITAD DE LA CALLE, DIOS!!
Akane frunció el ceño, y lo miró. —Están inconscientes. Ambos, baka.
[Dojo Tendo]
—¿Ya ha despertado alguno de ellos? —preguntó Ranma.
Akane miró y vió a Ryoga parpadear. —Sí. Sólo Ryoga.
Ranma se acercó a verlo, y le pareció hambriento y con sed. —Quizás cuánto
tiempo estuvieron caminando sin encontrar el camino a casa. Y, además,
al parecer, no han comido.
[Unos momentos después]
Ryoga terminaba su té, el que bebía desde que terminó de comer. Le agradeció
a Kasumi, como correspondía, y luego se dirigió a Ranma y Akane. —Amigos...,
creo que tengo un grave problema.
Ranma sonrió sarcásticamente. Akane le preguntó a Ryoga. —Dinos, Ryoga.
¿Qué te pasó?
Ryoga asintió levemente con la cabeza. —Pues, verán. Salía con Ukyo de
la Mansión Kuno, después de que Kuno me diera un collar que según él era
de mi familia. Yo lo iba a botar, pues me parecía un trasto inútil, pero
Ukyo me lo pidió, y, claro, se lo di. Cuando se lo estaba poniendo, una
luz azul brilló de él, y...
[Neko Hanten]
—Así que está inconsciente desde que le pusieron el collar, ¿eh?
Ryoga asintió con la cabeza. La vieja continuó. —Esto sólo quiere decir
una cosa: el collar familiar debe haber pasado de generación en generación
por tu familia, Ryoga. Hace cerca de dos mil años, en la región sur de
Japón, existían ritos secretos que hacían las familias. Primero hacían
un collar y sacrificaban a alguien de la familia para hechizar el collar,
y todo esto para que diera buena suerte a los de la familia que lo ocuparan.
Pero si alguien que no fuera de la familia lo ocupaba, entonces sería
aprisionado en un trance por toda su vida... o hasta que se volviera parte
de la familia.
Ryoga miró a la abuela, tratando de encontrar significado a las últimas
palabras que había dicho.
—¿De mi familia...? ¿Y eso qué quiere decir?
Akane miró sorprendida a Cologne, y dijo—, ¿Tendrá que... CASARSE CON
ELLA...?
Todos miraron a Ukyo acostada en la mesa. Cologne se preparaba para decir
la peor parte.
—Además, no podrá librarse del collar nunca mientras viva, pues este
fue hecho para volverse uno con la persona. Es decir, para que el hechizo
se anule tendrá que morir.
Ranma habló—, ¿Pero no dijo que si se volvía de la familia...?
—No, no, no, Ranma; no dije que se anulara el hechizo. Lo que ocurre
es que apenas Ukyo sea parte de la familia, el hechizo cambiará, y se
volverá benéfico para ella. Pero el hechizo durará hasta que ella muera.
[Parque de Tokyo. Atardecer]
No puedo casarme con ella... Quisiera salvarla, pero deberá entender
que mi corazón sólo pertenece a Akane... pensó Ryoga. Tornó su vista
un poco más hacia arriba, mirando al hermoso atardecer y a las nubes rojas.
—No. No puedo dejarla morir... —Se levantó y miró muy dentro de los ojos
de Akane, quien lo había acompañado a meditar, para que no se perdiera.
Ella parecía confundida, realmente no sabía qué ocurría dentro de la cabeza
de Ryoga.
—¿Ya quieres volver? —preguntó Akane suavemente.
Ryoga respondió asintiendo, y dijo —Te agradezco que me hayas acompañado.
Antes de salvar a Ukyo quiero que sepas algo que he ocultado durante mucho
tiempo... Yo... t... Este...
Akane no comprendía. —¿Qué? —La timidez era más fuerte que la voluntad.
Vamos, díceselo pensó Ryoga. —Akane-san, yo... No sé si... —dijo,
y luego suspiró—. No es nada. Vámonos.
Ya iban de vuelta a la casa, pero Ryoga iba mirando al piso con cara
de desilusión. Akane, mientras lo miraba, pensaba, ¿Qué habrá querido
decirme? Pobrecito, se ve mal por el matrimonio... ¿Cómo me sentiré yo
al... casarme con... ¡No puede ser! Casarme con ese baka...
Ryoga miraba a Akane, y vio cambiar su rostro. De confusión pasó a ira,
y, después, cambió a una tenue felicidad. ¿Qué estará pensando...?
pensaba Ryoga.
[Dojo Tendo]
Akane iba entrando por el gran portón de la casa, cuando vio a Genma-panda
saltando y bailando en el patio. —Tío, ¿por qué está tan feliz?
Genma se sorprendió, y rápidamente sacó un cartel de su espalda, que
decía—, ¿Aún no oyes las buenas noticias? —Luego lo volteó—. Ukyo se casará
con Ryoga. —Sacó otro cartel—. ¡Dejando de ser un estorbo para ti y Ranma!
Akane frunció el ceño. Después vio a su padre saltando de alegría y gritando—
¡Ahora sólo quedan Shampoo y Kodachi! ¡Matrimonioooo!
Akane tiritaba. —Vaya padres... —gruñó.
[Dentro de la casa]
Ryoga estaba en una pieza con una cama, parado frente a la inconsciente
Ukyo. —Ese collar... ¿Por qué no se podrá quitar, simplemente? Tener que
casarme... —Se sentó en el piso, y cerró los ojos, meditando—. Tendré
que dormir en el piso. Tan sólo deseo que tanta preocupación no sea en
vano —Descansando su cabeza en la madera del piso, Ryoga trató de dormir,
sin poder cerrar los ojos durante unas cuantas horas. Se casarían el día
siguiente, sin celebración. Nunca creyó que esta sería la forma en que
se casaría. Quizás sería sólo una formalidad, pero, aún así, ya jamás
podrá casarse con quien él realmente amaba.
[Mañana, día siguiente]
Un haz de luz solar despertó a Ryoga. Se frotó los párpados. —Qu... ¿Qué
día...? Oh, no; hoy me caso con Ukyo... Qué día más miserable. Desearía
no haber despertado. —Mientras se despertaba se dirigió a la cocina a
comer algo. No sabía por qué, pero tenía mucha hambre aún. En el medio
del pasillo se detuvo, e inclinó la cabeza levemente hacia el piso, con
tristeza. —No te preocupes, Ukyo; pronto podrás comer tú también —se dijo,
y se asintió a sí mismo.
[Unos momentos después, en la pieza de Ranma y Genma]
—¡Ranma, despierta! —Akane gritaba mientras remecía a Ranma.
—¿Ah...? —preguntó Ranma, con un tono somnoliento.
—¡Hoy se casan Ryoga y Ukyo, debemos de no hacerle pasar un mal rato
al pobre Ryoga.
Unos momentos después, Akane llevaba a Ranma sobre su espalda en el pasillo.
—¿Es que ni siquiera puede ponerle algo de empeño? —Se detuvo frente a
la puerta en que estaban Ryoga y Ukyo. Giró la manilla—. Ryoga, lo siento;
ya tenemos que ir a... a salvar a Ukyo.
Fin del capítulo
|