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Flores Para Kasumi

un fanfic de Ranma ½
por Koji

Ranma ½ y personajes mencionados en este texto son Copyright © Rumiko Takahashi


Desde hace dos años que conozco a Kasumi. Mis padres vivieron su juventud en la capital, pero yo no; yo siempre estuve en Kyoto, y me gustaba el lugar lo suficiente. Pero ellos querían reencontrar añejos recuerdos, y pensaban en algo en especial, una familia que terminé estimando más que el Kyoto de mi memoria. Así fue como partimos a Tokio. Ya hacen dos años desde aquel día, y cómo la conocí. Kasumi es una de las tres hijas de Tendo Soun, la mayor, y a la que le siguen Nabiki y Akane.

Pasé por el parque antes de ir a la casa Tendo. Recogí un par de flores, tratando de ser cuidadoso y original en mi elección, y seguí mi camino. La verdulería del señor Soun era también la casa de toda la familia, y donde yo iba bastante seguido en la semana. Encontré a Akane saliendo del lugar, un poco apresurada; me saludó con la mano.

—Hey, Ranma —me nombró—. Kasumi está adentro —dijo ella, y guiñó un ojo en señal de comprensión. Yo le contesté el saludo con las flores escondidas en mi espalda. Entendí la diferencia de nuestros ritmos de vida al ver ondear su falda a lo lejos. Entré al lugar. Soun estaba ahí; sonrió al verme, y me dio un cortés saludo. También preguntó por mi padre, su viejo amigo.

Después de intercambiar saludos con Soun, fui a ver a su hija. La puerta del cuarto de Kasumi estaba entreabierta. Me asomé un poco y golpeé suavemente al verla sentada leyendo un libro. Sonrió, seguramente reconociéndome antes de mirar, y se paró a recibirme.

—¡Hola, Ranma! —saludó, alegre—. Estaba leyendo este libro que me prestó el doctor Tofu... Es interesante. Podrías leerlo.

—Mm. Bueno, podría ser, algún día —dije, tratando de ir a lo que yo quería—. Mira, te traje esto.

Le pasé las flores que tenía en la espalda. Siempre me gustaba verla sonreír, y nunca pude evitar sonreírme yo mismo, contagiado.

Salimos a la calle. Ella llevó las dos flores consigo, y, yo notaba, las miraba cada cierto tiempo mientras charlábamos; yo, no sé, sentía algo agradable cada vez.

Fue a principios de mi segundo año en Nerima cuando me di cuenta de que me estaba enamorando. Kasumi fue la primera de las tres hermanas que conocí, y la primera con la que me hice amigo. Supongo que eso me llevó a prestarle más atención que a las otras dos, cada vez en una cantidad mayor. Mis sentimientos fueron evolucionando, y ahí estaba yo entonces, caminando en la calle junto a ella, eligiendo hacia dónde podíamos ir.

En ese momento, por una esquina se asomaron unas carcajadas infantiles. Dos niños corrían, dándose tiros con sus pistolas de agua. Iban corriendo en nuestra dirección, y yo sentí el impulso repentino de esconderme detrás de Kasumi. Aún con mis esfuerzos, el agua no pudo evitar mojarme, y un chorro me dio en el brazo. Por supuesto que nada ocurrió en ese momento.

—Ranma, sigues con ese miedo al agua.

—¿Eh? ¿Miedo...? No, la verdad es que...

—Debe de haber alguna razón —me interrumpió—. Quizá sea algo que viviste en otra vida. De eso se trataba el libro del doctor, por cierto.

—Vaya —respondí, abandonando mi guarida—. No lo sé, tal vez tengas razón.

Al final decidimos ir al parque. Era un hermoso día despejado, así que bien podíamos aprovecharlo para admirar la naturaleza. Un rato estuvimos caminando por los pastos, entre los árboles, contentos con la compañía que compartíamos. Eran esas veces en que salíamos nada más que para salir las que me encantaban y me hacían sentir afortunado de solamente estar ahí, con ella. Los últimos meses habían sido cada vez más productivos para la relación que yo creía, que yo esperaba, se estaba formando. Al menos empezábamos a compartir más tiempo juntos. Pero yo me estaba adelantando.

—Kasumi —llamé suavemente a la mujer sentada a mi lado, porque la cercanía era tal que no necesitaba poner fuerza en la voz.

—Sí —respondió en un suspiro, como si pensara en lo que yo.

—Estaba acordándome del día en que llegué a Nerima, y tú fuiste quien nos recibió a mis padres y a mí.

Kasumi se rió un poco. —Sí, me acuerdo, también... Cuando te vi por primera vez me pareciste tan pequeño... —Rió un poco más.

Yo me sonrojé. No había pensado mucho en eso, pero era verdad; yo tenía tres años menos de vida que ella. Comencé a perder un poco la confianza que tuve en un principio mientras más pensaba en las palabras de Kasumi.

—Y... Bueno, es que... No, no es nada. —Quería decirle que estaba feliz de haberla visto desde esa ocasión, o que quisiera haberla conocido mucho antes, o que no sabía cómo había podido vivir sin ella. Pero no supe hacerlo, así como se pusieron las cosas. Agaché la cabeza y sentí la angustia tratando de salir por mi cuello.

Kasumi me miró, preocupada. —Ranma... No es lo que crees, no llores...

La parte más orgullosa de mí se rió. No estaba llorando realmente, no podía estar llorando..., pero ella siempre sabía lo que yo sentía. O tal vez sí estaba llorando, y las lágrimas escapaban de mis ojos sin que pudiera hacer nada por ello. Se me acercó, me mostró su rostro, los ojos que los tenía tristes, la boca... Salté y le di un beso, rápido, creyendo que sería la última oportunidad que tendría. Un beso amargo por el significado que le imprimí, salado por las lágrimas. No la quise seguir mirando a los ojos después de eso, porque no había dejado de sentirme miserable aun, y posiblemente me sentía más que antes. Pero mis labios se sorprendieron al sentir otra vez a Kasumi. Nuestra saliva se revolvió una y cien veces al medio del baile que tenían nuestras lenguas.

—Kasumi... —dije después, como no diciendo nada pero queriendo decirlo todo, y la miré con curiosidad más que felicidad. Creo que estaba sorprendida por lo que ella misma hizo, pero me sonrió, y parecía genuinamente feliz. Entonces yo también me alegré, y compartimos otro beso, más real que el anterior, más mutuo.

Fue así como todo lo que ahora tengo con Kasumi pudo comenzar. Fue un inicio repentino, pero quedó grabado en mi memoria, tantos años atrás, mas el recuerdo está tan fresco como si hubiera ocurrido ayer. Y a Kasumi yo la amo hoy tanto como ese día. O más. Y no podría amar más que ella a nadie, ni en otra vida de temores al agua, ni en cualquier otra funesta realidad sin Kasumi a mi lado.

 

Fin

 

 
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Ultima actualización:  16/12/01