Un Rurouni Para tus Pensamientos
un fanfic de Rurouni Kenshin
por Information Specialist
traducido al español por Azur
Rurouni Kenshin y personajes mencionados en este texto son Copyright
© Nobuhiro Watsuki.
Capitulo 6: Ensueño
Kenshin observó en silencio como Megumi entró a la habitación de Kaoru.
En su cabeza y oídos aún resonaban las palabras de Kaoru: "...en
realidad tampoco sé lo que él ve en mi... No creo que vea nada en mi..."
Su voz había mostrado mucha amargura al pronunciar tales palabras. El
nunca hubiese esperado escucharla decir eso. Era completamente atípico
en ella. Ella siempre estaba dispuesta a pelear contra Megumi por Kenshin
a cualquier costo. Ahora, como Sano había dicho, ella prácticamente estaba
renunciando a él y entregándoselo a Megumi. Kenshin estaba sorprendido
al principio, pero después horrorizado.
Me pregunto qué habrá hecho que Kaoru-dono dijera esas cosas. ¿Qué
estará pasando por su cabeza?
"...él lo ha probado varias veces..."
¿Lo había hecho?
El realmente se preocupaba mucho por Kaoru y pensaba que lo había demostrado,
especialmente cuando partió para Kyoto. Deja de engañarte a ti mismo.
Tu sabes exactamente lo que quiso decir. Y entendió. Lo que ella quiso
decir fue que, a pesar de que le demostró que sí se preocupaba por ella,
no era la forma en que ella lo deseaba. Cuando dijo que ella no significaba
nada para él, se refería a una forma íntima.
Honestamente, cuando pensó en eso, no podría lo que ella había dicho.
No sabía realmente si tenía esos sentimientos hacia ella, si podría o
si alguna vez los tendría. Eso no tenía nada que ver con Kaoru. Era él.
¿Podré alguna vez permitirme esos sentimientos por otra mujer?
Otra cosa que tampoco podría discutir era acerca de lo que dijo de Megumi,
y de cómo ella sería mejor para él. Ella tenía razón. Era más fácil imaginarse
con Megumi. Como Kaoru había dicho, ella tiene casi su edad. Whoa,
¿de donde salió eso de... de Kaoru?
Sano, por su parte, también buscaba sus propias respuestas.
¿Qué diablos le pasa a Jo-chan? ¿Se habrá vuelto completamente loca?
La única vez que Kaoru se había rebajado ante Megumi fue una vez que estaba
completamente ebria.
¿Y por qué diablos tiene que seguir y seguir con eso de Kenshin y
Megumi? Sano se veía molesto, por así decirlo. Observó a Kenshin,
quien estaba profundamente sumergido en sus pensamientos. ¿Sabrá Kaoru
algo que yo no sé acerca de esos dos? se preguntó. Sano pensó tanto
en eso que se ganó un gran dolor de cabeza.
En realidad no sabía por qué, pero estaba realmente furioso con Megumi.
No podía evitar el sentir que ella estaba feliz. La parte irracional de
su cerebro se preguntaba si Megumi, de alguna manera, habría provocado
que Kaoru dijera lo que dijo. Esta bien Sagara, ahora sí que te estas
yendo...
Se preguntó por un momento que estaría haciendo Megumi ahora mismo. Ella
solo había estado en el cuarto de Kaoru por unos pocos minutos, pero él
ya se estaba poniendo ansioso e impaciente. Le dio un codazo a Kenshin.
—Oi, ¿de dónde sacaste la idea de que Kaoru puede tener algunas costillas
rotas?
Kenshin apenas lo miró y le dio una triste sonrisa, que expresó que preferiría
hacer cualquier cosa antes de responderle a Sano. Pero Sano no se echó
para atrás. Ya tenía suficientes misterios para atormentarlo por el resto
de su vida, gracias a Kaoru. Así que, desde ahora en adelante, no iba
a aceptar nada mas que respuestas.
—Bueno, ¿cómo lo supiste?
Kenshin quitó la mirada de Sano, y miró hacia la puerta de la habitación
de Kaoru frente a él.
—...Tropecé con ella en el bosque, mientras la estaba buscando. Cuando
intenté hablarle, ella trató de huir de mí. Entonces yo... —Kenshin se
detuvo, sin saber como continuar, en parte porque se sentía algo avergonzado,
y en parte porque no sabía como Sano lo iba a tomar—. ...tratando de detenerla,
rodee su cintura con mi brazo. Al hacerlo, debo haber rozado sus costillas,
porque ella se encogió, tomándoselas llena de dolor.
Sano notó como el tono nervioso con el que empezó a hablar, cambió a
un tono de profunda preocupación. Kuso, pensó, poniéndose aún más
ansioso. Apúrate, Megumi. Vamos.
Megumi había terminado ya de limpiar el corte en la mandíbula de Kaoru.
Después de todo, no la suturó, ya que eso lo único que haría sería dejar
cicatrices.
Ahora venía la parte difícil. Pero estaba dudando. Estaba preocupada
por Kaoru y por lo que podría encontrar. Finalmente, apartó el kimono
de Kaoru desde la cintura hacia arriba descubriendo las costillas inferiores.
Lo que vio hizo que sus ojos se abrieran enormemente, al mismo tiempo
que su mandíbula caía dejando escapar un ahogado grito de horror. Abrió
el kimono un poco mas para obtener una mejor visión, y enseguida deseó
no haberlo hecho. Sus manos comenzaron a temblar, así como el resto de
su cuerpo. Un escalofrío recorrió su espalda. Se sintió fría, helada y
furiosa, y asustada mas que nada; ella estaba aterrada.
—Kaoru, ¿qué hiciste para merecer esto? —murmuró, mientras llevaba sus
manos a su cabeza y enredó los dedos entre los cabellos, sintiéndose completamente
frustrada, sus ojos colmados de lágrimas de dolor y furia.
¡Kenshin! Tenía que buscar a Kenshin. El tenía que ver esto. Se
levanto y corrió fuera de la habitación donde sabía que Kenshin estaría
esperando. Kenshin levantó la vista sorprendido de verla. Abrió su boca,
pero antes de que pudiera decir algo, Megumi tomó su brazo. Sano la miró,
confundido.
Todo lo que Megumi pudo decir fue:
—¡Kenshin, tienes que ver esto! —Lo llevó rápidamente dentro de la habitación,
cerca de la cama de Kaoru. Después le señaló algo, y lo observó; su expresión
fue cambiando de horror a dolor, luego a tristeza y finalmente a ira.
Una furia ardiente comenzó a quemarlo al observar detenidamente a Kaoru.
Contempló su pálida piel, marcada con latigazos. Kaoru había sido azotada.
Había sido azotada dura y prolongadamente. Tanto, y tan fuerte, que el
látigo había cortado su piel, y dejado profundas heridas. Heridas que
cubrían todo su cuerpo.
La visión de Kenshin comenzó a nublarse. Todo lo veía rojo. El rojo de
la sangre de cada una de las heridas, el rojo de todo el dolor que había
soportado. Estaba ciego de ira. La furia lo estaba consumiendo por dentro.
Casi no podía respirar.
Megumi noto su cambio. Fue tan repentino que la asustó. Miro a Sano,
preguntándose si también habría notado el cambio. Pero Sano no tenía ojos
para nada mas que Kaoru. Apenas miró a Megumi, y volvió sus ojos al cuerpo
malherido.
¡Estaba furioso! Quienquiera que hubiese lastimado a Kaoru iba a sufrir.
Sano pensó en cuanto se iba a divertir dándole una gran paliza al sujeto.
Megumi miraba a Kenshin y a Sano, uno a uno. Y un escalofrío corrió por
su espalda.
Supo por sus rostros que quien había lastimado a Kaoru no iba a vivir
mucho más. Tanto como quería venganza por lo sucedido a Kaoru, la asustaba
ver como Kenshin olvidada todos sus pacíficos principios. Esto fue lo
que más la aterró.
Los pensamientos de Kaoru recorrían cada rincón de su mente. Dormir para
ella era como una tortura. Mientras dormía, sus sueños la perseguían.
Sin embargo, esta vez los sueños eran peores que lo usual. Diferente a
las otras veces, el sueño no la mostraba siendo golpeada una y otra vez,
ni tampoco mostraba los rostros angustiados de Kenshin y los otros. No,
esta vez, ella soñaba con Kenshin.
El estaba combatiendo con alguien, ella no pudo saber quien, pero estaban
peleando viciosamente. Continuaba arremetiendo contra su oponente. Ella
estaba allí, gritándole para que se detuviera. Pero, sin importar lo que
ella le decía, no podía detener la pelea. Era como la repetición de la
pelea contra Saitoh, pero más intensa y horripilante. No podía soportar
el observar como luchaban.
¡Despierta! ¡Despierta! se ordenó a si misma. Tenía que escapar.
Trato de despertar, pero no pudo. Algo la retenía. ¡¿Qué esta pasando?!
¡¿Por qué no puedo despertar?!
Podía sentir cómo se estaba poniendo histérica. La pelea entre Kenshin
y el extraño se ponía mas y más acalorada. Se estaban lastimando y cortando
mutuamente. Había sangre por todas partes. La salpicaba, en los ojos,
en su cabello. Escurriéndose por su rostro hasta su boca. Podía olerla,
sentía su extraño sabor. El agridulce aroma ahogándola, sofocándola. Le
gritó a Kenshin con todas sus fuerzas, rogándole que dejara de pelear.
Él no la escuchó. Estaba muy inmerso en la pelea. Ella no debería estar
allí. Pero, ¿por qué? ¿Por qué es que él no puede ver lo que la pelea
le esta haciendo a ella?
Con cada movimiento de la espada, ella quedaba mas y más cubierta de
sangre, aún si él no la derramaba. Cada golpe salpicaba más sangre sobre
ella, hasta que se formó lo que parecía un estanque de oleadas de sangre
a su alrededor. Ahora, cada golpe hacia que las olas la empujaran. Kaoru
le gritó a Kenshin para que se detuviera. Observó indefensa como la pelea
de Kenshin continuaba. Su rojo cabello fluía como fuego a su alrededor.
Gritos desesperados escapaban de sus labios empapados de sangre. Pero
eran inútiles. Las olas de sangre la empujaban mas y mas. Su rostro humedecido
con lágrimas y sangre.
¿Por qué no puedo despertar? Por favor. ¡Ayúdenme!
Kenshin y Sano despertaron de sus furiosos trances por Kaoru. Ella estaba
estremeciéndose violentamente, y temblando. El sudor comenzó a cubrir
su rostro.
—Megumi-san, ¿qué le sucede a Kaoru-dono?
—No lo sé —contestó, entrando en pánico.
—Che, tú eres el doctor aquí, mujer zorro. ¿Si tu no sabes que le sucede,
entonces quién?
Esto empezó una pelea entre los dos. Kenshin los ignoraba, centrando
toda su atención en Kaoru. Las manos de ella se empuñaban y relajaban
incesantemente. Y mordía tan fuerte su propio labio que comenzó a sangrar.
Las lágrimas corrían por sus delicadas mejillas. Y todo lo que él podía
hacer era observar. De pronto, ella gritó su nombre. Su voz sonaba desesperada,
colmada de dolor y angustia. Esto detuvo a Megumi y a Sano.
—Mi Dios. Debe estar teniendo una pesadilla. ¡Ahora mas que nunca, tenemos
que despertarla! —gritó Megumi.
Kaoru continuaba gritando su nombre una y otra vez. Kenshin no sabía
que hacer.
—¡Kenshin! ¡Ayúdame, Kenshin!
—¡Estoy aquí, Kaoru-dono! ¡Estoy aquí!
—¡KUSO! —Sano maldijo—. ¡¿Es que no podemos hacer nada?!
Kaoru parecía estar experimentando el infierno en la tierra. Continuaba
gritando que Kenshin la ayudara. Y sus temblores se incrementaban. Megumi,
no sabiendo que hacer, mandó a Sano a buscar algo de hielo. Aunque Kaoru
no tenía fiebre, parecía estar ardiendo. Sano partió, contento por poder
hacer algo para ayudar.
Kenshin mientras tanto, intentaba evitar que Kaoru se lastimara a sí
misma. Ella estaba tirándose del cabello, y arañándose el rostro frenéticamente,
todo mientras gritaba que Kenshin la ayudara. El, mientras tanto, continuaba
repitiéndole que estaba allí. Megumi trató de despertarla, pero no hubo
caso.
Comenzó a llorar de frustración y dolor.
En un segundo, ella atrapó los ojos de Kenshin. Pensó que estaban brillando
demasiado, pero no estaba segura. El la miró angustiado. Todo lo que podían
hacer era ver a Kaoru sufrir.
Kaoru ahora estaba cubierta en sangre hasta la cintura. Kenshin aún estaba
peleando. Él le estaba dando la espalda. Ella no podía ver su rostro.
Estaba exhausta. Le tomaba toda su fuerza el mantenerse de pie contra
las olas de sangre. Su garganta se sentía como si ardiera, por todo el
esfuerzo de gritarle.
Tenía que hacer algo. No tenía mucho tiempo antes de que Kenshin la ahogara
en la sangre que continuaba derramando sobre ella. Iba a salir de allí,
estaba decidida. Comenzó a caminar contra el espeso torrente de sangre.
Y se dirigió hacia Kenshin.
Sus intentos, casi no hacían diferencia. Como levantaba un pie para caminar,
las olas la empujaban de regreso a donde estaba. Su energía se estaba
acabando rápidamente. Pero ella estaba determinada, y continuó tratando
de moverse hacia delante. Pero el torrente se estaba haciendo mas y más
profundo, lo que significaba que debía doblar sus esfuerzos a cada paso
del camino. Tampoco sabía si iba a ser capaz de alcanzar a Kenshin antes
de que la sangre la cubriera. De modo que, mientras avanzaba, deseó con
todas sus fuerzas que Kenshin volteara y la viera. Pero algo le dijo que
eso no iba a pasar. A pesar de eso, continuó.
Lentamente, poco a poco, se movía hacia delante. Se estaba acercando.
La sangre ahora estaba hasta su pecho, pero continuó avanzando. De pronto
noto lo caliente que estaba la sangre; ¡estaba hirviendo! Ignorando esto,
continuó, determinada a detener la lucha que Kenshin protagonizaba, no
porque la estaba matando, sino porque temía que él resultara muerto. Usualmente,
sus peleas eran muy cortas. Pero el hecho de que esta pelea durara tanto
tiempo significaba que estaba peleando con alguien muy fuerte.
¡Lo logré! Ahora estaba a menos de diez metros de ellos. La sangre
llegaba a su cuello y estaba hirviendo, quemándola. Pero ahora, nada importaba.
Finalmente, alcanzó a Kenshin. Lo detendría en la lucha. Cuando él parara,
la ayudaría. La sangre desaparecería, y todo estaría bien. Continuó hacia
delante, gritándole. El no la escuchó. En su lugar, volvió a arremeter
una vez mas contra su oponente. Su oponente bloqueó el ataque. El respiraba
pesadamente y parecía estar muy cansado.
Entonces, cuando lanzó su último ataque contra Kenshin, Kaoru vio su
rostro, y se detuvo petrificada en su andar. Dejo de llamar a Kenshin.
No podía creer lo que estaba viendo.
—¡No! ¡No puede ser!
Cerró sus ojos, esperanzada de que al abrirlos de nuevo el rostro hubiera
cambiado. Pero no.
—Sona... Sona... —dijo mientras sus pies cedían bajo ella. No podía luchar
mas contra la sangre. Toda su fuerza y energía la abandonaron. Mientras
se sumergía entre las hirvientes olas de sangre, levantó la vista para
ver una última vez a Kenshin. Él estaba acabando con su oponente. Volvió
a mirarlo, deseando que, ahora que la pelea estaba terminada, él la vería.
Le gritó una vez mas, pero él simplemente sacudió la sangre de su espada
y se alejó caminando. Kaoru dejo caer sus brazos.
—Haces bien en irte Kenshin... —dijo. Sus lágrimas cayeron tibias, y
se mezclaron con la sangre, ensuciando mas su rostro—. Probablemente es
mejor así.
Estas últimas palabras apenas escaparon antes de que la sangre la cubriera
totalmente.
Fin del capítulo
Glosario:
Kuso: del japonés, "mierda", "carajo".
Sona: del japonés, "no puede ser".
|