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Un Rurouni Para tus Pensamientos

un fanfic de Rurouni Kenshin
por Information Specialist

traducido al español por Azur

Rurouni Kenshin y personajes mencionados en este texto son Copyright © Nobuhiro Watsuki.


Capitulo 4: Tiempos Desesperados


Kenshin nunca se había sentido tan inútil en su vida. Las heridas de Kaoru eran mucho peor de lo que él había pensado.

Kaoru-dono debe estar sufriendo muchísimo. Y nunca dijo nada. Ni siquiera se quejó una vez; ni siquiera nos hizo sospechar. Las lágrimas venían a sus ojos mientras pensaba en lo difícil que debía ser para ella el pasar por eso sola.

Aunque parecía ser lo que ella quería. Hizo un gesto de dolor al recordar su rostro y sus palabras. Kenshin, por favor, déjame sola, le había rogado. ¿Acaso ella no confiaba en él? ¿Por qué ocultaba tanto lo que le había pasado? Su otro yo lo regañaba desde el fondo de su mente. Tal vez ella no quiere preocuparte. De cualquier forma, sin importar cuales fueran sus motivos, no deberías respetar el hecho de que quiera lidiar con eso sola? Kenshin sacudió violentamente la cabeza ante ese pensamiento. El no iba a permitir que Kaoru pasara por esto sola e iba a encontrar a quien le hizo daño, y cuando lo hiciera...

Kenshin estrechó los ojos peligrosamente, mientras pensaba en lo que le haría a ese maldito ser. Pronto tendré que romper mi promesa de no matar. Me aseguraré de quien quiera que haya herido a Kaoru haga más que pagar por ello. Su mente estaba firmemente decidida. Kenshin emprendió el camino de vuelta al Dojo, con una expresión en el rostro que hubiera hecho estremecer al mismo demonio.


Mientras Kenshin decidía esto, Kaoru se felicitaba a sí misma por haber regresado al Dojo sin siquiera voltear. Cuando por fin llegó a la entrada, se sorprendió de encontrar a Yahiko paseándose de un lado a otro frente a la puerta, shinai en mano. Cuando él la vio, su rostro se tornó en muchas emociones. Primero alegría y alivio, seguidas luego de enojo. No, no enojo, sino ira.

—¿Dónde M*&%^$# has estado? —gritó. Kaoru notó como su voz se sacudió con vehemencia, mientras que su mano apretaba mas fuerte el shinai.

—Fui a caminar —le dijo, asegurándose cuidadosamente que su voz no mostrara signos de fatiga o dolor.

Su respuesta solo lo enfureció más.

—A caminar, ¿eh? ¿A quién crees que le estás tomando el pelo? Solo porque luzco como un niño no significa que soy estúpido. ¿Piensas que puedes simplemente tirarme cualquier tonta excusa y que yo voy a asentir y a decir esta bien?

Kaoru no dijo nada, en cambio, comenzó a caminar otra vez hacia la puerta del Dojo.

¡Kuso! No me esta tomando en serio. Nunca lo hizo y nunca lo hará. Bueno, ya me estoy cansando de esto. He estado mas que preocupado toda la mañana, ¿y todo lo que ella me da es el tratamiento del silencio? Mientras estos pensamientos corrían por su cabeza, Yahiko sintió como todo su cuerpo se tensaba. La mano que sostenía el shinai comenzó a temblar mas visiblemente que antes, y la otra mano se empuñó tan firmemente que pensó que las uñas le iban a cortar la palma. Justo cuando Kaoru pasó frente a él, y entró por el portón, un brote de adrenalina estalló desde su interior y, girando rápidamente hacia ella, tomó con ambas manos el shinai, y lanzó un golpe hacia la parte baja de la espalda de Kaoru.

De pronto, se dio cuenta de lo que iba a hacer y trato de detenerse. Pero era demasiado tarde; había golpeado tan fuerte, tan rápido, que no pudo detenerse. Cerró los ojos muy fuerte como si eso pudiera ayudar a detener lo que iba a pasar; pero los abrió rápidamente cuando escuchó el ruidoso crujido de la espada de madera impactando contra la espalda de Kaoru. Había abierto los ojos justo a tiempo para ver como su cuerpo colapsaba hacia el piso. Ella quedó inmóvil.

—¡KAORU! —Yahiko gritaba al tiempo que pensaba, ¡¿Qué hice?!


Saitoh sonrió despreciativamente a la pila de papeles frente a él. Este nuevo caso iba a ser difícil de solucionar, lo cual era probablemente la razón por la cual lo asignaron a él. La información que la policía local le había dado era apenas suficiente como para empezar. Y leer todos esos sucios papeles solo había conseguido que su vista se nublara. Pero por lo menos sabía que los pequeños hechos acontecidos allí tenían que ver con los asesinatos que venían sucediendo.

Hasta ahora, todas las víctimas habían sido hombres, con edades por encima de los cincuenta. Todo lo que sabía, era que no habían habido testigos en ninguno de los asesinatos. Además, el hecho que lo intrigaba mas era que, a pesar de que ninguno había sucedido en el mismo área, seguían el mismo patrón. La primera muerte sucedió en el corazón de Kioto. Otra sucedió en Aizu, y el patrón continuaba. La última muerte aconteció en algún lugar en las afueras de Tokio. Saitoh supo entonces que la próxima muerte tendría lugar allí. Algo que pensó que sería el factor clave del caso es que todas las víctimas eran supervivientes de la guerra. La información acerca de los roles que jugaron en la guerra era clasificada.

Eso no era problema para Saitoh. Después de todo, él trabajaba para el gobierno. A pasó ligero, se dirigió hacia la sala principal de información.


Yahiko permanecía sobre la inmóvil figura. Se extendió sobre ella, pero sus manos solo rondaban alrededor de su cuerpo con temor a tocarla, temiendo haberla lastimado. Finalmente ella se movió un poco. El saltó hacia atrás ante la sorpresa. Kaoru mantuvo su rostro hacia abajo, mientras lentamente reunió sus manos bajo ella y empujó hacia arriba. Yahiko observaba, aliviado y ansioso, mientras ella se ponía de pie. Trató de permanecer derecha, pero se detuvo abruptamente cuando sintió un gran dolor recorrer su espalda de arriba hacia abajo como oleadas.

Yahiko se acerco a ella rápidamente, queriendo ayudar, pero preguntándose como podría mostrarse ante ella después de lo que había hecho. Ella levantó la mano en su dirección como diciéndole que se detuviera. Se forzó a si misma a permanecer de pie, y cuando lo hizo lo miró a los ojos. Estos estaban llenos de lágrimas de horror y vergüenza por lo que había hecho. Ella suspiró, sintiendo sus propios ojos nublarse.

Fue entonces que Sano y Megumi llegaron, Kenshin prácticamente detrás de ellos. El trío observó como Kaoru fue hacia Yahiko, y puso las manos sobre sus hombros. Yahiko levantó la vista hacia su rostro. Lo miró a los ojos, su rostro empapado en lágrimas y sus labios temblorosos. Ella le dio una mirada comprensiva, sus ojos aún nublados pero sin permitir que las lágrimas escaparan. Ella lo besó en la frente y sin mirar a los otros giró y se encaminó hacia adentro. Yahiko la observó hasta que desapareció dentro de la casa, entonces cayó sobre sus rodillas, sollozando histéricamente. Megumi se inclinó sobre él y trató de consolarlo, pero no sin antes intercambiar miradas con los otros tratando de ver si alguno de ellos sabía lo que estaba pasando. Aparentemente, ellos ignoraban lo sucedido tanto como ella.

 

Fin del capítulo

 

 
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Ultima actualización:  16/12/01