Un Rurouni Para tus Pensamientos
un fanfic de Rurouni Kenshin
por Information Specialist
traducido al español por Azur
Rurouni Kenshin y personajes mencionados en este texto son Copyright
© Nobuhiro Watsuki.
Capitulo 3: Batallas
Kenshin estaba con Sanosuke buscando a Kaoru. De pronto, le pareció ver
algo entre los árboles del Dojo, una figura delgada y delicada como ella.
Sin perder el tiempo, salió tras ella sin siquiera alertar a Sano. La
siguió hacia el bosque. Ella estaba caminando tan rápido. Se preguntaba
porque estaba tan apurada, y cada vez se le hacía mas y más difícil alcanzarla.
Finalmente la perdió cuando desapareció entre unos densos arbustos. La
había buscado frenéticamente. El pensamiento de no saber donde estaba
lo aterraba.
Después de que llegó esa noche, con la apariencia de alguien que arrastrado
por un caballo salvaje, se aseguró que ella nunca saliera de su vista.
Esto no era nada fácil ya que ella tendía a evitarlo; y eso era lo más
incomprensible. Pero al menos se aseguró de saber donde estaba. Pero ahora,
no lo sabía. Mientras la buscaba todo ese tipo de pensamientos corrían
por su cabeza. Pensamientos que trataba de evitar y llevar a lo más profundo
de su mente, pero al hacerlo otros pensamientos afloraban.
¿Por qué Kaoru me atacó así? ¿Quién fue que la lastimó? Pero lo
más importante era cómo la habían lastimado. La Kaoru que lo había atacado
no era la misma que él conocía. No era la misma muchacha que había conocido
aquella vez. Esa muchacha parecía tener un espíritu irrompible. Ahora,
ese espíritu estaba destrozado, y había sido reemplazado por ira. Kenshin
sabía que esa ira era solo un disfraz para esconder el dolor y sufrimiento
que debía tener adentro. Kenshin ni siquiera quería pensar en qué podría
haber quebrado un espíritu como ese. Era evidente que había sido físicamente
atacada, ¿pero hasta qué punto? Habría sido íntimamente violada. Su mente
enfureció ante tal pensamiento, mientras su mano, inconscientemente, se
poso sobre la empuñadura del sakabato.
De repente, se encontró frente a la casa de Tae. ¿Tae-san? ¿Cómo es
que llegué aquí? Estaba en el bosque y...
Su pregunta fue respondida cuando vio a Kaoru agachada bajo una de las
ventanas de la casa. No tenía idea de cuanto tiempo habría estado ella
allí. Entonces la vio levantarse e irse hacia el bosque. Notó en su rostro
una expresión de pánico y se dio cuenta de que ella debía haberlo descubierto.
Antes de que pudiera huir de nuevo, rápidamente, se dirigió hacia ella
y sin darse cuenta, ella había corrido hacia él.
—¡Kenshin...!
—Kenshin... —Kaoru no podía decir más. Todo lo que pudo hacer fue mirar
al suelo. Se imaginaba sus ojos. Eran como insondables estanques de emociones.
Sus ojos son tan honestos. Siempre dicen lo él realmente siente.
Podía recordar claramente el día que miró a esos ojos por primera vez.
¿Fue hacía un año? Sí, fue el día que se vieron por primera vez. Desde
el primer momento que vio esos ojos, quedó hechizada por ellos. El la
salvó de Gohei, admitió que era Battousai, y se disculpó con ella por
no habérselo dicho antes. En ese momento, se había sumergido en esos ojos
deseando que pudiera hacerlo por siempre. Se sintió absorbida por ellos;
en ese entonces, confesos, casi pensativos. Ella podría decir que esta
vez emitían mucho más. Esos ojos no pertenecían a un asesino. Fue por
eso que le pidió que se quedara.
Entonces, cuando pensó que él se marcharía, pensó en el futuro, anhelando
algo para recordarlo. Algo que ella pudiera tener por siempre si él decidía
marcharse. Así que le preguntó su nombre, esperanzada de que al saber
su nombre él pudiera cambiar de idea ante el hecho de que iba a dejarla.
Sabía bien que había mucho mas en ese Rurouni que solo su nombre, pero
aún así...
"Himura Kenshin" había dicho con voz ronca y profunda, que
hizo que su corazón diera un salto. Sintió entonces la puerta corrediza
cerrarse, y se dio cuenta de que nunca se había sentido tan sola en su
vida como en ese momento.
Dejó salir un único suspiro, casi vencida. Su corazón entonces saltó
al escucharlo decir que estaba cansado de los viajes, pero luego lo escuchó
decir lo inevitable. El era un Rurouni, y no sabía cuando tendría que
marcharse de nuevo. En ese momento, no le importó lo que dijera, con tal
de que se quedara. Pero, esas eran las palabras que la atormentaron desde
entonces. Siempre temía que él regresara a su vida como vagabundo. Fue
lo que la hizo cuidar de él cuando se estaba preparando para la batalla
contra Ji-neh. Ella habría deseado permanecer con él y se sintió muy inútil
cuando él gentilmente le dio a entender que solo estaría estorbando. El
problema era que él no supo por qué ella quería quedarse a su lado. Lo
había solucionado prestándole su cinta del cabello, e insistiendo en que
él mismo tendría que devolverla. Después de que lo prometió, el alivio
que sintió no tenía precio. Sus ojos esa vez parecían entenderla tan bien.
Ahora, sin embargo, lo que había en sus ojos, no lo podría nombrar. Ni
siquiera podría obligarse a verlos. Esos hermosos ojos que habían significado
tanto para ella desde el primer momento, parecían un lejano recuerdo.
Era irónico como, una vez, no pudo vivir sin ellos. Ahora, sentía que
preferiría morir antes de volver a mirarlos. Pero ahora era el momento.
Kenshin no se iría a menos que ella le hablara. Era el momento para enfrentar
los hechos. No podría esconderle la verdad por más tiempo. Solo se preguntaba
que causaría en él el saber la verdad.
¿Por qué te preguntas eso si ya lo sabes? resonó la pregunta en
su cabeza. No le digas, no le digas...
—Kaoru-dono... —Kenshin no sabía como empezar. Percibió que Kaoru se
encontraba en un estado emocional muy inestable. Era como si una batalla
se estuviera desarrollando en su cabeza, y sabía bien que el resultado
de esa batalla decidiría si él iría a conocer la verdad o no. Se dio cuenta
entonces que así debía ser como Kaoru se sentía, en todas esas ocasiones
el nunca que habló de sí mismo. Recibiendo una dosis de tu propia medicina,
¿verdad? Ahora era Kenshin quien comenzaba su propia batalla. Tal
vez no debo preguntarle qué pasó. ¿Qué derecho tengo a interrogarla si
ella nunca me preguntó nada? Todo lo que alguna vez me pidió fue que regresara,
así que eso, ¿me da el derecho de pedirle algo ni yo no haría?
Entretanto, Kaoru pensaba en lo mismo. Kenshin nunca le había contado
nada acerca de sí mismo, ¿entonces por qué ella sí? Su mente rehusó ese
argumento. ¡Che, no te compares con Kenshin! ¡Tu no eres nada comparada
con él, así que dile la verdad!
—Kenshin, yo... yo puedo hablar contigo ahora mismo. —Kaoru comenzó a
correr más allá, hacia la espesura del bosque, cuando un brazo rodeó su
cintura y suavemente la jaló, haciéndola girar hacia él. Una vez que obtuvo
su atención, rápidamente quitó su brazo, para no hacer más contacto del
absolutamente necesario. Alzó su mano hacia su mentón, haciéndola levantar
la cabeza y mirarlo, pero nunca esperó ver sus ojos fuertemente cerrados
tratando de bloquear las lágrimas que insistían en salir. Pero su sorpresa
fue mayor cuando la vio tomándose las costillas llena de dolor.
—¡Kaoru-dono! —le gritó alarmado cuando se dio cuenta que, por más gentil
que había sido, la había lastimado al haber hecho contacto con una herida
que él no sabía que estaba allí.
—Kenshin, por favor, déjame sola —le suplicó, su voz quebrantada por
el dolor. Lo empujó suavemente con un brazo, mientras lentamente se enderezaba.
Giró para marcharse y un segundo después lo hizo; por un momento él creyó
que ella lo había mirado a los ojos y que el hacerlo pareció haberle traído
dolor, pero fue tan rápido, que en realidad no estaba seguro de si hubiera
sucedido.
Fin del capítulo
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