Un Rurouni Para tus Pensamientos
un fanfic de Rurouni Kenshin
por Information Specialist
traducido al español por Azur
Rurouni Kenshin y personajes mencionados en este texto son Copyright
© Nobuhiro Watsuki.
Capitulo 1: Primeras Lágrimas
Kaoru despertó sobresaltada, gritando con toda la fuerza de sus pulmones.
Tenía calor y frío al mismo tiempo, y estaba temblando violentamente.
El mismo sueño otra vez. ¿Por qué no me dejará en paz? Se preguntaba
si los otros la habrían escuchado, y como puede ser posible que una persona
tenga el mismo sueño una y otra vez en la misma noche. Antes, había experimentado
angustia e impotencia al no ser capaz de controlarse a sí misma. Pero
esta vez esos sentimientos no provenían de los sueños, sino de saber que
no eran simplemente sueños. Cuando alguien tiene un sueño pueden simplemente
despertar y ahí se acaba. Esto nunca terminará para mí, ¿no? El cuerpo
de Kaoru se estremeció en convulsiones y oleadas de nauseas a la vez que
todos los recuerdos de la pasada noche y día la golpeaban al mismo tiempo.
Pero, lo que más le dolía era el recuerdo del rostro de Kenshin... Kenshin...
Apretó los ojos bien cerrados tratando de bloquear las lágrimas y los
recuerdos.
El sol se estaba poniendo, emitiendo sus últimos rayos que tornaban el
cielo en un brillante rosa. Lo último en lo que Kaoru pensaba era en el
paisaje. Todo el camino a casa trató de pensar en como explicaría su ausencia
del Dojo. Se había marchado la mañana anterior. Los muchachos debían estar
preocupados por ella. Lo mejor será no decirles nada, había pensado. Lo
que ellos no conocen no podrá lastimarlos. Cuando llegó al Dojo, encontró
a Yahiko, Sanosuke y Kenshin sentados en el porche. Casi sonrió cuando
vio que Yahiko estaba medio dormido.
Kenshin, siempre alerta, fue quien se dio cuenta primero de su presencia
y se apuró hacia ella, seguido por los otros. Se detuvieron abruptamente
cuando la vieron con su cabello y kimono empapados.
Sano maldijo para sí mismo y se dirigió hacia ella para hablarle.
—Oi, ¿tienes idea de cuanto te buscamos Jo-chan? ¿Dónde estabas?
Kaoru, con su cabeza baja, escondiendo el rostro en el cabello, no contestó.
—¡Demonios, contéstame!
Aún no había respuesta.
Kenshin, quien no había dicho nada al principio, se movió hacia ella.
—Kaoru-dono... ¿Por qué no le contestas a Sanosuke? —Esta vez, Kaoru
contestó, su voz más fría que el hielo, y tan pesada e insensible como
el sakabato de Kenshin.
—Ningún lugar especial.
Entonces comenzó a caminar hacia la puerta del Dojo. Kenshin apoyó su
mano gentilmente sobre su hombro esperando que ella explicara más. La
sintió encogerse ante la presión de su mano, y con relampagueante velocidad,
ella tomó su brazo con ambas manos, retorciéndolo. Entonces se dejó cae
al suelo, girando su pierna derecha hacia las sus piernas, golpeándolas
contra la de ella. Estando él en el suelo, aún sujetándolo con fuerza
por un brazo, se lanzó sobre él para proceder a dar el golpe final.
Kenshin nunca la había visto tan violenta. Ella lo había golpeado antes,
duro, pero nunca con ese tipo de brutalidad. Cuando lanzó su puño contra
su rostro, finalmente él pudo ver su cara. Era una máscara de moretones.
Tenía un enorme chichón en el lado izquierdo de la frente del tamaño de
un pequeño pocillo de arroz. Una cortada corría a lo largo de la parte
derecha de su mandíbula, justo debajo de su oreja hacia el mentón. Todo
esto se veía bastante mal, pero lo que más lo asustó fueron sus ojos.
Eran los ojos de un animal maltratado, uno que finalmente tuvo la oportunidad
de tomar venganza.
Fue después de que su puño golpeo contra la mejilla con las cicatrices,
que su rostro cambió. Fue como que una luz hubiera destellado en sus ojos
y la Kaoru que el conocía volvió. Ella lo miró como por primera vez, y
él la observaba detenidamente mientras ella lentamente retiraba el puño
que había golpeado su rostro. Su otra mano lo dejó ir mientras se puso
de pie, cubriéndose el rostro con las manos con horror, no pudiendo creer
lo que había hecho.
Kenshin tenía una mirada de alivio en su rostro, pero inmediatamente
fue remplazada por preocupación y confusión. Esto hizo sentir a Kaoru
aún peor. ¿Por qué debería el estar preocupado si acabo de atacarlo?
Kaoru apenas murmuró un débil "Gomen nasai" y corrió hacia
el Dojo. Su expresión de confusión era más de lo que ella podía soportar.
Sumado a su dolor físico, estaba el dolor mental por los sueños, pero
el dolor más grande, el dolor emocional de saber que había tratado de
herir la persona que más le importaba en el mundo. Dándose cuenta de eso,
vinieron todos los sollozos como oleada de lágrimas.
Fin del capítulo
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